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Una reflexión sobre la Ley Sinde.

AVISO: Este artículo solamente refleja una opinión personal.

Artículo 1.

1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado
Constitución Española de 1978

La ilusión de la democracia ha muerto: ya no vivimos en un Estado de Derecho, sino en un país en el que se malgasta dinero a espuertas para luego tener que ejecutar recortes que perjudican directamente a una clase trabajadora cada vez más ahogada por una renta disponible en descenso y unos impuestos ascendentes y donde la jubilación (un avance social que, en su día, costó mucho conseguir y que, actualmente, se va por el sumidero) es un derecho que mi generación posiblemente no llegue ni a disfrutar.

Según hemos podido comprobar en el nefasto momento en que tanto Partido Popular como Convergència i Unió, partidos antaño reacios a dejar que la Ley Sinde viese la luz del día, se bajaron los pantalones (me gustaría saber a cambio de qué) para consentir que un gobierno democrático se propase en sus competencias y pase a ejercer, ya no de padre, sino de Gran Hermano todopoderoso y omnipotente. Esta vez, ha quedado clarísimo que los que creemos en la renovación de ciertos mercados estamos solos: Rajoy y su troupe saben perfectamente que la desastrosa administración ZP caerá por su propio peso, y que el año que viene olvidaremos sus numerosas mentiras y faltas de respeto a la inteligencia del pueblo español para darle en bandeja cuatro años de gobierno. Sabiendo esto, ¿para qué molestarse en plantar cara, no a González Sinde o a Zapatero, sino a los responsables últimos de la Ley Sinde, que son los grandes lobbies de entretenimiento?

¿Sabéis a qué me recuerda todo este follón que se ha organizado en torno al obsoleto concepto de copyright desde que existe Internet? Si queréis saberlo, leed atentamente este fragmento de texto (obtenido del artículo de Carlos Sánchez Almeida «SS 2.0., la Inquisición del Nuevo Imperio«):

«Otro sí mandamos y defendemos que ningún librero ni impressor de moldes ni mercaderes, ni factor de los susodichos, no sea osado de hazer imprimir de molde de aquí adelante por vía directa ni indirecta ningún libro de ninguna facultad o lectura, o obra, que sea pequeña o grande, en Latín ni en Romance, sin que primeramente tenga para ello nuestra licencia y especial mandado.»(Pragmática de 1502, dictada por Isabel I, llamada la Católica)

Esta es una situación muy grave: esto no es cosa de Cinetube o Seriesyonkis (se puede conseguir cine y series de otras formas, como a través de bibliotecas, videoclubs o alquiler digital o televisión), sino que supondrá la semilla de algo tan espantoso como es el intento de censurar páginas que resulten incómodas o molestas, bajo el amparo de los tribunales y sin necesidad de que sean ilegales. Señoras y señores, ahí va la noticia del día: ¡Internet no es una nueva televisión!

No es un simple medio de comunicación, susceptible de ser controlado a través de estructuras de poder, sino que es un núcleo social del que tan solo hemos visto la versión beta. Y si tanto les preocupa la supervivencia de las industrias culturales (cine, música y literatura principalmente), podrían tener este dato en cuenta: Napster fue creada en 1999. ¡Parecía el fin de la música! Pues bien, el mercado musical sigue igual de vivo que siempre. Napster (plataforma P2P de la que surgieron Kazaa, Emule o BitTorrent) no mató a la música, igual que la imprenta no mató a la literatura.

¡Yo también quiero vivir, a ser posible, del cine o de los audiovisuales! Pero es un hecho vergonzoso el que las descargas ilegales (Ejem…) sigan siendo, en muchos casos, la única forma de acceder a ciertas películas clásicas descatalogadas o a la versión original subtitulada de otras cintas. Quizás la solución pase por redefinir conceptos como el copyright o la distribución cinematográfica y estrujarse los sesos pensando en nuevas formas de ganar dinero con el cine, en lugar de en seguir amparándose en los poderes políticos para que hagan el trabajo sucio. Por no hablar de la futilidad de las leyes restrictivas: la represión solo provoca disidencia. Si dudáis de que no hay acción sin reacción, mirad qué ha pasado en Francia con la Ley Hadopi. Pero, mientras se recortan nuestras libertades, los pocos de siempre seguirán chupando de la teta hasta que llegue el inevitable cambio y se les expulse a patadas de sus tronos. Que hagan lo que quieran: yo seguiré usando Internet con tanta libertad como siempre, nunca dejando de expresar vehementemente lo que pienso a través de este pequeño blog.

Quizás llegue el día en que el Gobierno (este o cualquiera, que apañados vamos con los políticos que tenemos) tenga competencia para cerrar esta y otras bitácoras, simple y llanamente porque nos negamos a seguirles la corriente, igual que el gobierno cubano boicotea sin descanso a bloggers como Yoanni Sanchez. Viendo el funesto concepto de Internet que tienen nuestros representantes (Rubalcaba dixit: «No habría terrorismo si no existiera Internet»), no me extrañaría nada ver eso con mis propios ojos. Si vivo en un país en el que se tiene pedir disculpas por expresar mi forma de pensar… ¡Qué pena de país, con perdón!

PD: Desde Noche de Cine expresamos nuestro más sincero apoyo a Álex de la Iglesia en su decisión de dimitir como Presidente de la Academia de Cine.

 

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