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‘New York, New York’

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Tenía la impresión de que estaba en el momento equivocado,en el sitio equivocado y, obviamente, en el día equivocado.Mi ánimo no podía estar peor.El día tampoco acompañaba.Allí estaba yo, en medio de la quinta avenida, recién bajado del taxi que había cogido para llegar a una cita que ni siquiera había organizado.Por alguna razón, todas mis amistades, desde que me dejó mi mujer, coinciden en que ya es hora de rehacer mi vida y conocer a otras mujeres.No me ha ido mal con ese asunto, pero últimamente no tenía ganas de nada.

El caso es que me presenté a la cita.Mi aspecto no podía ser peor:gabardina empapada, camisa arrugada,barba de 3 días, pelo alborotado y un rostro que parecía decir:«que esto acabe rápido».Desde fuera, el restaurante en el que se desarrollaría la cita a ciegas me causaba un respeto enorme.Era evidente que iba a estar como pez fuera del agua;sólo veía desde la ventana corbatas pasando, vestidos carísimos y un exceso de gomina.Al fin entré al restaurante.El camarero me dijo:»permítame su chaqueta, señor».Pensé que lo mejor que podía hacer era mandarla directamente a la secadora.Me acicalé lo mejor que pude y me senté a la mesa.La cita en cuestión no había aparecido hasta el momento.Fui a echar la mano al bolsillo para coger un cigarrillo y cuando me giré para ver si había un cenicero, allí estaba ella.

También se notaba que no estaba en su elemento, pero al menos iba bastante mejor arreglada que yo.Vestía un jersey rojo de cuello alto que le sentaba de maravilla, pantalones de vestir negros y zapatos a juego.A primera vista parecía más joven que yo.Su rostro era precioso y enigmático.¿Desde cuándo conocían mis amigos a esta mujer?,¿Quién la habría convencido? y, lo que es más importante,¿Quién pensó que yo tendría la más mínima posibilidad de ser compatible con ella?.

Empezó la conversación y yo estaba ligeramente nervioso.«Vaya un día criminal» dije yo.«Dejémonos de formalismos, éste restaurante no me gusta y tú no tienes pinta de ir mucho al Ritz, ¿me equivoco?.»completamente de acuerdo» dije yo.Parecía que la noche iba a estar bien.Cogimos un taxi y recorrimos New York de noche.Si nunca habéis ido a New york, os diré que todo se ve diferente con una chica como ella a tu lado.Parecía que mi camisa estaba perfectamente planchada,que estaba afeitado y que llevaba un peinado fashion (¡yo!).Curiosamente, ella estaba a gusto conmigo y hasta parecía que prestaba atención a lo que le decía.

Le conté que era editor de una revista musical y que continuamente tenía que lidiar con primadonnas de la profesión y que necesitaba algo de normalidad.Estaba cansado de gente que se creía lo mejor y que constantemente te miraba por encima del hombro.A mis 46 años, creía que estaba de vuelta de todo pero, cosas de la vida, tuvieron que ser mis amigos los que organizaran la cita en la que conocí a la que se convertiría en mi segunda mujer.Después de todo, quizá estuviera en el momento adecuado, el sitio adecuado y el día adecuado.

New York, New York.

Miguel Ángel Bonafonte Serrano

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