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‘El Cisne del lago de hielo’

Relatos de Cine:El Cisne del Lago de Hielo

Relatos de Cine:El Cisne del Lago de Hielo

¿Qué hay de cierto en la leyenda de Mirem, el Cisne del Lago de Hielo?

El joven Ellar se lo preguntaba cada noche, mientras contemplaba el Lago, donde el cielo tachonado de estrellas siempre hallaba titilante reflejo.

Su abuelo Elmur se la contó en una de esas noches en las que el chiquillo, que aún no contaba con seis inviernos, luchaba por conciliar el sueño.

Elmur, antiguo Caballero de la Orden del Orbe Único, General de los ejércitos del Rey Sin Ojo y azote de las hordas de Norlan, encontró en el poblado de Esthor la paz que llevaba toda la vida buscando.

Esthor no se caracterizaba por su propensión al conflicto. Durante la Guerra sin fin, la pequeña aldea agrícola se mantuvo neutral y a salvo, y era de sobra conocida por uno y otro bando la hospitalidad de los lugareños.

Cincuenta años después de su llegada, Elmur dedicaba su tiempo a ejercer de orgulloso Abuelo de Ellar, un niño demasiado inquieto para su gusto, al que quería con toda el alma.

-‘Ellar ¿prometes dormirte si te cuento la historia de Mirem?’-preguntó.

El niño asintió con los ojos como platos, sabedor de que dicha historia se reservaba a niños mucho mayores que él.

Elmur adoptó un aire solemne, apagando su humeante pipa de madera tallada contra el suelo.

-En el norte, mas allá de las tierras de los Cedros de Aire, existió el mar de los Cisnes, un Reino lleno de riqueza y magia, donde Hombres y Cisnes vivían en paz y libertad.

Ellar, absorto, escuchaba con suma atención.

-El Rey Humano Norlan y el Rey Cisne Alcorom decidieron perpetuar su Alianza. Para ello, usaron la Magia para que Mirem, la bellísima hija del Rey Norlan, encontrara el amor convertida en Cisne, para desposarse con Caledon, hijo de Alcorom y el Cisne más grande y poderoso del Reino.

Como rezan las leyendas, los Cisnes del Mar controlaban todos los ámbitos de la Magia, manteniendo sus tierras protegidas contra los peligros del exterior y su Alianza con los Humanos, expertos en lidiar con los pueblos del Gran Reino y llegar a los corazones de otros hombres, allí donde la Magia no llegaba.

Alcorom encantó a Mirem, que se convirtió en un bello, poderoso y a la vez grácil Cisne.

Elmur tosió, y su voz adquirió una gravedad que inquietó a Ellar.

– Sabes que la oscuridad habita los corazones de los Hombres, y su capacidad de perversión es infinita.

Norlan esperó a la transformación de Mirem para dar a conocer sus intenciones. Cuando el matrimonio estuvo a punto de sellarse, Caledon, aliado con Norlan, traicionó a su padre, dejando que la Guardia de Norlan le masacrara  y obligando a la Reina Aloran a revelar todos los secretos de su Magia, pues Norlan y Caledon querían para sí el poder con el que doblegar el Mundo.

Así, Mirem, desterrada por su padre y su artero prometido, fue condenada a vagar como un Cisne por el interior del Lago de Hielo, inhóspito e inquebrantable cualquier día del año, y único lugar desolado en el tranquilo paisaje de Esthor.

Las estrellas se olvidaron del cielo, los bosques se quemaron y las tierras se anegaron con la sangre de los Hombres que, unidos contra las malas artes de Norlan y Caledon, combatieron en la Guerra sin Fin contra sus infinitas ansias de poder.

-¿Y Mirem abuelo,la viste en el Lago?

Elmur hizo un ademán pidiendo silencio.

-¡No corras tanto,pequeño! Nada se supo de Mirem en los años venideros. Cuando la Guerra finalizó con la batalla de los Mil Mutilados, donde Norlan y Caledon fueron decapitados por sus propios hijos y la Paz retornó al Gran Reino, caballeros de todos los lugares intentaron encontrar a Mirem, recorriendo el Lago de Hielo durante décadas.

Nada hallaron salvo huesos y almas ateridas de frío.

Pero, años después, las cosas cambiaron…

Ellar abrió los ojos aún más, expectante ante las palabras de su abuelo.

-De todos los rincones del Gran Reino llegaron rumores que hablaban de un cántico nocturno en los lagos. Pescadores perjuraban que un Cisne Hembra se transformaba en una joven y bella mujer. Su cántico hablaba del amor perdido y los avatares de una vida llena de obstáculos. Pero, cuando por fin se armaban de valor para llegar hasta ella, solo el susurro del agua se oía entre los juncos.

Un joven aventurero llamado Edward, que hace mucho tiempo vivió aquí, en Esthor, decidió desentrañar el misterio de Mirem a cualquier precio. Tan solo con un atillo a la espalda y ganas de comerse el Mundo, peregrinó por el Gran Reino buscando los cánticos de Mirem.

Durante años, juglares de todos los rincones cantaron los viajes de Edward, hasta que un día Bandot, un vividor del poblado de al lado, dijo verle en el borde más lejano del Lago de Hielo.

Junto a el se encontraba una mujer con cuello de cisne, ojos de un indescriptible azul y la figura de un ángel caído del cielo. Y, de repente, ambos se convirtieron en Cisnes, y la canción de lucha y pesadumbre pasó a ser un cántico de confianza y paz.

No sé si la historia es cierta o no.

Durante años he recorrido el Lago y no encontré ni oí nada, pero tampoco supimos nada de Edward después de aquello.

Elmur terminó, retomando su pipa, que rellenó con el mejor tabaco de Esthor, mientras su nieto le contemplaba, fascinado.

-¿Prometiste dormirte, eh pilluelo? Sabes que una promesa siempre ha de cumplirse.

Y así fue.

Los años pasaron y Elmur halló la paz en la muerte tras una vida digna. Ellar recorrió el Gran Reino como hizo Edward, buscando al Cisne del Lago de Hielo en todos los lugares que los juglares cantaron.

Volvió a Esthor siendo un joven de veinticinco años versado en las mieles y hieles de la vida, pero sin respuestas para desentrañar el paradero de Mirem y Edward.

Y dos años después, cada noche se sentaba frente al Lago, recordando a su Abuelo, haciendo del cántico de dicha que Bandot oyó su filosofía de vida.

Porque sabía que Mirem no sufrió por nada. En sus viajes vio la vida tal y como era, una sucesión de avatares llenos de pena pero también de inolvidables momentos que hacían del viaje una experiencia maravillosa.

Ellar cerró los ojos. La Primavera llenaba de cálidos olores la brisa nocturna, en contraste con el permanente e inquebrantable Lago de Hielo. Pensó en su Abuelo una vez más y apuró el tabaco de su pipa.

Creyó escuchar cómo el hielo se resquebrajaba en la lejanía… y un cántico inundó la quietud nocturna.

Para cuando se levantó, de un brinco, todo estaba en calma.

Dio medio vuelta y volvió por el camino de piedra que le llevaría a su hogar, donde su mujer e hijos le aguardaban.

Mirem y Edward estarían siempre en su memoria…pues la vida era un viaje que un Cisne legendario le enseñó a disfrutar.

Eduardo Bonafonte Serrano

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