La vida ha cambiado para Alain. Sam, de 5 años, es su hijo… y apenas le conoce. Sin domicilio, sin dinero y sin amigos, Alain encuentra refugio en casa de su hermana, en Antibes. Allí todo mejora, ella les aloja cariñosamente en el garaje, y se ocupa del pequeño. Pero tras una pelea en una discoteca, su destino se cruzará con el de Stéphanie. Ella es una domadora de orcas en Marineland. Alain la lleva a su casa y le deja su número de teléfono. Él es pobre, ella es hermosa y rebosa confianza. Son totalmente opuestos. Solo una horrible tragedia podría volver a reunirlos.
‘De óxido y hueso’ es una película de tres nombres propios. El primero es Marion Cotillard, una actriz de una increíble fuerza interpretativa. Es capaz de lanzar miradas de odio intenso y dos minutos después derretirte con otra por la que caerías completamente enamorado. Así, seduce al personaje que es el segundo nombre propio: Matthias Schoenaerts, el descubrimiento cinematográfico del año. Un portento de actor, de imponente físico. Ambos son dos seres rotos que parecen predestinados a encontrarse y entenderse.
Con estos dos componentes aparece el tercero, que no puede ser otro que un director rompedor y con estilo (Jacques Audiard) capaz de contarte una historia que, parece que te sabes entera, y no tienes ni idea de lo que estás a punto de ver.
Resulta que se supone que estás viendo una historia de amor, pero no, pero sí, pero… parece claro que los dos personajes principales se necesitan el uno al otro pero que, a la vez, están abocados al desastre. Y en un momento dado de la cinta el personaje de Cotillard le pregunta al de Schoenaerts: «¿Qué soy para ti?«. Un momento genial de una película genial.
En su parte final la cinta te deja sus inquietudes y reflexiones para descargarte una impresionante escena sobre el hielo que sobrecoge. Y ya no digo más. El film fue una de las triunfadoras de la Seminci (ganó el premio al mejor guión, mejor actor y mejor director). Razones no la faltaron.
Lo Mejor: Director y actores principales.
Lo Peor: Que el espectador no se deje llevar.
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