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‘El Último Desafío’: tan tonta que hay que quererla

El Ultimo Desafio Interior

Un importante narcotraficante logra escapar de la justicia y huye en dirección a México montado en su potente coche. En su camino hacia la libertad sólo se interpondrá el sheriff de un pequeño pueblo fronterizo.

Estoy totalmente convencido de que si esta película se hubiera estrenado a finales de los 80, el éxito habría sido mucho mayor. Su pinchazo, al igual que el de ‘Una bala en la cabeza’ de Stallone me llevan a pensar que (a falta de ver el quinto asalto de McClane) el cine de acción como le conocíamos ha muerto.

Pero ha muerto debido a que ni siquiera, los precursores del mismo, lo ven hoy en día rentable. ‘El último desafío’ es una cinta que funciona gracias a que no se toma en ningún momento en serio a ella misma y es una declaración de intenciones en plan «¿os acordáis de Schwarzenegger? ¡Pues ha vuelto!».

La premisa queda clara desde el minuto uno y, con un argumento más sencillo que el del mecanismo de un botijo, la trama va sucediendo hasta el tiroteo final con reminiscencias de western antiguo. Dura una hora y cuarenta minutos y cuando llega el momento final nos vemos satisfechos con el resultado.

Nada nos importa lo que sucede antes, o lo hemos visto (coche que se «desvanece» haciendo ver la ineptitud de la policía) una o cientos de veces (el eterno segundón que recibirá un balazo, sabemos lo que va a pasar con él desde el minuto 1). Al menos ahí está Schwarzenegger para tener sentido de la autoparodia y saber que este es un film para regresar a la pantalla, ya habrá tiempo para dar al público lo que él quiere. A su lado está Noriega, 25 años más joven, con un personaje que no da absolutamente para nada más de sí y mira tú por donde al menos me la sensación de que se lo pasó bien interpretándolo.

Olvidaos de Johnny Knoxville (asesinable desde el minuto 1) y no os preguntéis para que ha quedado la carrera de Forest Whitaker post Oscar. Estamos en el territorio del Sheriff Arnold. Aquí manda él. Él es la ley y quiere que os lo paséis bien. Y aunque sea una tontuna de película, acabamos haciéndolo.

Lo Mejor: Su absoluta falta de pretensiones, funcionando como un buen entretenimiento.

Lo Peor: Johnny Knoxville, inaguantable.

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