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‘Agosto’: la familia como prisión

Agosto

Póster español de 'Agosto'

El matrimonio Weston vive en una gran mansión en las afueras de Pawhuska, en Oklahoma. La desaparición del padre en extrañas circunstancias hace que la familia se reúna. Su mujer, adicta a los fármacos, no tiene muy buena relación con sus hijas, en especial con la mayor, Bárbara, con la que discute constantemente. La primogénita ha sido engañada por su marido, y su hija no hace más fáciles las cosas. Todos los secretos largamente dormidos y ahora aflorantes, junto con el asfixiante calor propio del mes, desgastará la relación entre ellos, cambiando para siempre su futuro. Adaptación al cine de la obra de teatro del mismo título, ganadora del Premio Pulitzer en 2008.

Esta película dirigida por John Wells (director de la estimable ‘The Company men’) con solvencia pero sin ser brillante, constituye una reflexión sobre la familia como lugar del destino del que no podemos huir. Se trata de una adaptación de la obra teatral ganadora del Pulitzer, obra de Tracy Letts, encargado también de un guión dramático diseñado para ofrecer a Meryl Streep otra oportunidad para volver a recoger un Oscar, pese a que cuando recogió su tercero por ‘La Dama de Hierro’ dijera que comprendía que era la última vez que lo haría.

La diva cumple las expectativas, y borda un personaje neurótico, ácido por momentos, enajenada, que se atiborra de pastillas, con la muerte llamando a su puerta, y que ya no tiene nada que perder, porque lo ha perdido todo. Ella es la primera mitad de la película, y Julia Roberts protagoniza la segunda, aguantando el envite de la gran diva del cine, y protagonizando una de las mejores actuaciones que recuerdo: vibrante, amargada, bella a pesar de sus frustraciones.

Por eso la película peca de desequilibrio en los personajes, lo que debería ser una obra coral al final se convierte en un duelo entre las dos actrices, quedando la sensación de haber desaprovechado las apariciones de los personajes masculinos, que quedan un tanto desdibujados (Chris Cooper, Benedict Cumberbatch). El tercer personaje que brilla es otra mujer, Julianne Nicholson, la más contenida, pero que no desmerece a las otras dos protagonistas.

La otra cuestión es la adaptación de una obra eminentemente teatral de cuatro horas en una película de dos. Esto provoca que la interpretación sea satírica, exagerada, histriónica, tal y como exige el espectáculo teatral, pero que a determinados espectadores le habrá parecido desbocada, sobre todo por parte de Meryl Streep.

Nos queda una gigantesca oda al fracaso de la familia americana, en el fondo de la familia con mayúsculas, con una serie de lugares comunes de los que es imposible escapar, los odios y fobias entre padres e hijos, y de los hermanos entre sí. Aun así, algo se ha perdido en la adaptación, y los ecos del mejor Tennessee Williams que tenía la obra de teatro se nos han escapado entre los dedos.

Lo mejor: la película la salvan las actrices con un trabajo extraordinario.

Lo peor: la irregularidad del guión y la pérdida de calidad en la adaptación de la obra de teatro.

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