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‘Divergente’: distopía bien avenida

Divergente

La futurista Chicago está organizada socialmente en cinco facciones: Verdad, Erudición, Cordialidad, Osadía y Abnegación, basados en las virtudes que atesoran. Beatrice Prior (Tris) ha crecido en Abnegación (generosidad). A sus 16 años, se enfrenta a una prueba de aptitud o simulación hipnótica para elegir la facción a la que quiere pertenecer. Pero es una «divergente», alguien capaz de controlar las simulaciones, lo que la sitúa en blanco de las autoridades que harán todo por eliminarla.

Desde que Peter Jackson irrumpió con la imprescindible trilogía de ‘El señor de los anillos’, resucitando y actualizando un género por entonces moribundo, Hollywood se ha enrolado en un barco que busca desesperadamente fórmulas que hagan repetir la magia y, de paso, explotar la taquilla. En tan sin par cometido, es fácil que nos den una de cal y otra de arena, ya que el género no puede contar siempre con artesanos cinematográficos y referentes literarios de la talla de Jackson y Tolkien, o Cuarón/Columbus y J.K. Rowling.

Por suerte, ‘Divergente’ se sitúa en el lado bueno, muy lejos de Frodo y Harry Potter pero en el mismo plano que Katniss Everdeen y sus ‘Juegos del  hambre’. También, por fortuna, a años luz de patochadas como la infame ‘Saga Crepúsculo’.

La adaptación de la Novela de Veronica Roth plantea un futuro distópico de corte realista donde, de nuevo, nuestra humanidad y todas sus taras han dejado el planeta hecho unos zorros, obligando a los seres humanos a rediseñar la Sociedad en busca de la (utópica) perfección.

‘Divergente’ cuenta con la presencia de una actriz poderosa, Shailene Woodley, a la que vimos despuntar con George Clooney en ‘Los descendientes’. Es fácil empatizar con su alter ego, gracias a la facilidad con la que Woodley llena de matices a Beatrice Prior con apenas tres o cuatro miradas.

Si, además, contamos con una mala de excepción (la siempre en su sitio Kate Winslet), una dirección firme de la mano de Neil Burger (que huye de estridencias y bailes de san vito visuales) donde hay cabida para la acción y el desarrollo de los personajes y, por último, un romance que está ahí pero no empalaga, podemos decir que ‘Divergente’ merece la buena acogida que le ha dado el público, yendo más allá de la estrategia de un producto de mercadotecnia en forma de peli.

Cierto es que las similitudes con ‘Los juegos del hambre’ son muy claras, y más de uno notará un Déjà Vu durante el despliegue del relato. Pero también es cierto que sienta las bases para la venidera ‘Insurgente’ con la suficiente garra como para que queramos ver más, ya que posee suficiente entidad dramática para funcionar por sí sola.

Tras sufrir a Edward y Bella, hermosas criaturas, ciudades del hueso, brújulas doradas, Eragon y su jinete, huéspedes no deseados, ladrones del rayo… ¿no está mal apuntarnos un punto a favor del buen fantástico, verdad?

Lo mejor: no se sale del tiesto, y funciona por sí sola.

Lo peor: las similitudes con ‘Los juegos del hambre’, saltan a la vista.

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