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‘Boyhood (Momentos de una vida)’: la balbuceante vida americana

Boyhood

Boyhood

 

Drama rodado durante 12 años (2002-2013), pero sólo en 39 días de rodaje. Es la historia de Mason (Ellar Coltrane), desde los seis años hasta los 18. En ella seguiremos sus pasos, junto con su madre, su hermana y su padre, a través de una serie de cambio. Seremos testigos de relaciones rotas, bodas, su primer beso, su primera cerveza, sus primeros amores, las primeras desilusiones, momentos maravillosos y pavorosos, hasta llegar al viaje a la Universidad.

En primer lugar decir que se trata de una buena película, pero ni mucho menos una obra maestra. Es valiente, ambiciosa, original en su enfoque. Se trata de una idea brillante y única. Pero no es una obra maestra.

Estamos otra vez ante el mismo deseo de atrapar el tiempo que hemos visto en otras películas de Linklater, como su trilogía (Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes del anochecer), y el tipo de personajes desorientados y confusos que aparecen en películas como ‘Slacker’ o ‘Suburbia’. Así que si eres un fan de todas ellas, bienvenido.

El problema está en que la historia de ‘Boyhood’ no está muy lograda, comparada con las anteriores. Tiene grandes momentos (normalmente protagonizados por el padre, interpretado por Ethan Hawke) y algunos diálogos muy buenos, junto con muchos otros más intrascendentes y aburridos. Pero es algo que el director hace a propósito: disfrutar y resaltar lo ordinario y lo normal. Una vida normal de un chico norteamericano en una ciudad normal. Es una historia que hemos visto una y otra vez en la gran pantalla.

El personaje principal tampoco es que ayude mucho. Como le dice una de las parejas de su madre en cierta ocasión, no hace más que hablar entre dientes, mascullar o murmurar. Un muermo de tío, como le dice su hermana. Que es lo que hace la historia de la película. Mascullar una vida americana ordinaria. Me quedo con la duda de si el personaje es así, o si es la interpretación la que oscurece el perfil. Estamos mucho más pendientes del padre o la madre (Patricia Arquette), lo que oscurece todavía más al protagonista.

De hecho, es mucho más interesante la evolución del personaje del padre: de un treintañero despreocupado con un deportivo al padre de un bebé con monovolumen va todo un trecho, que exploramos de forma intermitente. Asimismo falta más humor, hay alguna risa suelta, pero en casi tres horas es muy poca entidad del guión en su conjunto.

En resumen, hay que valorar esta película por su atrevimiento, originalidad y singularidad. Pero hasta ahí.

Lo mejor: la originalidad de su planteamiento, y algunos diálogos brillantes.

Lo peor: la historia tiene muy poco interés, y la interpretación del protagonista hace que por comparación Steven Seagal parezca locuaz y expresivo.

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