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‘Siempre Alice’: la lucha por encontrar esa esencia que se ha perdido

Póster de 'Siempre Alice'

Póster de 'Siempre Alice'

El largometraje nos envuelve en la vida de la Alice y el posterior deterioro progresivo de su salud a causa del alzheimer. Podemos caminar a su lado, observar sus trucos para encontrar los pedazos de su identidad que, día a día, se le escapan de las manos. A pesar de todo, Alice no quiere ser una carga para su familia y ha elaborado un plan para acabar con su vida cuando llegue el momento en que ya no le queden recuerdos.

Las historias sobre este tipo de temas son necesarias y de compromiso social. Nos recuerdan esos aspectos universales que están siempre ahí pero que, por modas, nadie tiene en cuenta. Como dice Alice: ‘Ojalá tuviera cáncer, es eso de lo que todo el mundo habla y llevan lazos de colores’.

La producción, basada en el best seller ‘Still Alice’, es lo que en Hollywood llaman ‘un conjunto de Mood Films‘, varias escenas que te transmiten un sentimiento en concreto. Los directores Richard Glatzer y Wash Westmoreland han realizado un trabajo sublime en este aspecto.

Desde el punto de vista de la dirección (o mejor dicho, co-dirección), los planos son de estilo televisivo, pero con cierto decoro y ahínco en la composición.

Las elipsis temporales, que ocurren de forma fluida y estilizada, hacen que el espectador se sienta parte del viaje de Alice. Con todo esto, el público siente empatía con ella desde el comienzo de la historia.

‘Siempre Alice’ no es solo una contemplación de los obstáculos que el personaje principal encuentra en su viaje, sino también una película de lucimiento personal de Julianne Moore. Es la puja de la actriz de cara a los Oscars de este año.

La dirección de actores sería todo un reto (como en todo drama) si estos fuesen considerablemente profundos.  Las relaciones entre personajes tienen poca profundidad y llegan a rozar lo superfluo, lo cual es, en parte, intencionado. De esta manera, las únicas que realmente dan vida al relato son Alice y su hija Lydia (Kristen Stewart). Por desgracia, las apariciones de Lydia son escasas y esto nos deja con cierta desazón, pues todos esperábamos un desarrollo más extenso y detallado de esta subtrama.

A grandes rasgos: esta historia trata sobre el enfermo y su enfermedad. Las lágrimas se asomarán en ciertos momentos puntuales en los que Alice sufre o dice cómo se siente. Una película que, desde luego, no os dejará indiferentes.

Lo mejor: las interpretaciones de Moore y Stewart. La empatía con el personaje principal y el final. El discurso de Alice en la conferencia sobre el alzheimer.

Lo peor: el reflejo de las consecuencias en el personaje de Baldwin. El abuso de la ‘lágrima fácil’ y la tendencia al monotema.

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