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‘Avanti popolo’: una compleja metáfora

Avanti Popolo. Póster de la película

Avanti Popolo. Póster de la película

A través de la recuperación de imágenes de Super 8 capturadas por su hermano durante la dictadura de los 70, André intenta revivir los recuerdos de su padre que ha estado esperando a su hijo desaparecido más de 30 años

‘Avanti popolo’ es un largometraje difícil de encasillar. Parece una obra de carácter experimental y que podría ser la cabeza de cartel en cualquier festival. Demasiado artística y sin apenas contenido narrativo.

Si nos remitimos a la ficción, la historia del padre, el hijo y el hermano desaparecido que nos anuncia la sinopsis, queda subyugada por completo por las imágenes de Super 8 sobre la dictadura. No se construye un relato coherente. Por otro lado, si miramos a la labor documental del filme, tampoco podemos decir que cumpla como documental sobre la historia más reciente del país latinoamericano. Un documental tiene que enseñar al público y ‘Avanti popolo’ no lo hace, sino que por el contrario, pide demasiado al espectador. Sólo cobra sentido el discurso para éste, si conoce los hechos sucedidos durante este período.

No se dan demasiadas explicaciones y es más bien una visión muy personal del director, que construye el film alrededor de dos ideas: la pérdida de la ideología y el fin del cine, pero sin discurso narrativo ninguno. Ha sido como llevar a la pantalla grande esas cosas que nos obsesionan en nuestra cabeza, recordando más a una obra de arte contemporánea donde prevalecen las frustraciones personales del artista frente al espectador.

Ahora bien, aunque ‘Avanti popolo’ sea complicado de entender tiene una base histórica muy buena, en especial, en cuanto al uso de la música folclórica tradicional y de carácter revolucionario que se ha elegido. Perfecta para trasmitir lo revolucionario de las ideologías que se dieron en Brasil durante la época y que hoy en día, se han perdido. Lección que podemos aplicar a Europa, donde hay muchos movimientos y protestas a diario pero no se sabe de dónde provienen. También llaman la atención muy positivamente los espacios usados y cómo se utilizan. La vieja casa medio en ruinas donde vive el padre, se puede ver como una metáfora de las secuelas del paso de tiempo, como canal de paso entre el pasado y el presente. Un paso entre lo que ocurre y las viejas imágenes de la cámara de Super 8 grabadas por el hermano de André antes de desaparecer.

Otro punto a resaltar son los papeles protagonistas (André Gatti y Carlos Reichenbach). No hablamos de actores que interpretan un guión, sino de dos personas que se ponen delante de una cámara y son ellos mismos.

En resumen, el espectador está completamente al margen de todo, no se le da facilidad para entender lo que sucede en la pantalla. El discurso narrativo es prácticamente inexistente y todo el film se vertebra a partir de dos ideas que se entremezclan de forma muy compleja y personal a lo largo de los 72 minutos. Podría haber llegado a más, ya que la base documental y el encuadre histórico era perfecto para construir una buena historia y también, una gran película.

Lo mejor: la música folclórica tradicional que enmarca el filme.

Lo peor: película demasiado complicada que deja de lado al espectador para presentar una visión demasiado personal y llena de metáforas.

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