‘Los cuatrocientos golpes’ de François Truffaut es la película elegida este mes en la filmoteca de Aprende Cine, la nueva serie de post temáticos.
Os preguntaréis por qué y no hace falta decir que es una de las obras de arte de la cinematografía europea pero yendo un poco más allá, fue estrenada durante el caluroso mes de agosto de 1960, más acertadamente, el día 29.
François Truffaut es uno de los directores de culto de la historia del cine francés y padre de la Nouvelle Vague. Su vida personal se encuentra marcada por la ausencia de sus padres, una vida conflictiva que veremos reflejada en sus películas. Desde muy joven va a sentirse atraído por el séptimo arte, gusto que cristaliza fundando un cine-club en 1947. Una pequeña empresa condenada al fracaso y unido a ello toda una serie de problemas económicos. Es una etapa complicada para el joven Truffaut que será rescatado por el crítico de cine André Bazin, no de sus referentes de aquí en adelante.
Este va a ser un periodo fundamental para el futuro cineasta que es ahora cuando empieza a hacer sus primeros pinitos escritos en Travail et Culture. A estos trabajos le siguen otras tantas publicaciones como la emblemática Cahiers du cinéma. A partir del año 1956 fue ayudante de dirección de Roberto Rossellini que también será su suegro.
En 1958 rodará su film más celebrado ‘Los cuatrocientos golpes’. Fue muy celebrado y consiguió alzarse con el Gran premio al mejor Director en el emblemático Festival de Cannes de 1959. Lo dedicará a su mentor y amigo André Bazin.
La cinta es un hecho paradigmático que sirvió como punto de arranque a la Nouvelle Vague. Otro de los referentes de Truffaut en estos momentos es el cineasta Alain Resnais, quien por aquel entonces era ya un profesional experimentado. Ahora bien, qué significó esta nueva proyección del cine, pues a grandes rasgos es una dura crítica al cine de corte academicista francés que surge a partir de la década de los 50. Se opone a algunos de los parámetros establecidos en la producción cinematográfica. Se busca un cine con más libertad, es decir, un cine más personal que se aleje de la demanda de los grandes estudios. Incluso dejan a un lado las formas de rodaje tradicional portando la cámara al hombro.
‘Los cuatrocientos golpes’ nos introducen en la vida de un joven de 14 años llamado Antoine Doinel. Es testigo de los problemas del matrimonio de sus padres. El joven se saltará las clases con su amigo René, lo que hará que vea a su madre con otro hombre. Este hecho hará que se embarque en toda una serie de mentiras y desatinos. El joven nota que no encaja en ningún sitio y ansioso por dejar atrás esta vida, ideará junto a su amigo un plan para escapar hacia el mar.
Este tipo de historia familiar conflictiva, deuda de la infancia desgarrada y de las vivencias de Truffaut. Es su manera de entender la infancia. Niños que buscan una manera de existir dentro de la realidad que les ha sido impuesta y que no han podido elegir, un día a día que marcaran sus vidas para siempre. Las decisiones de Antoine e incluso sus deseos, son productos de los hechos que otros a su alrededor han realizado.
Como espectadores asistimos a la creación de un personaje que veremos crecer en el tiempo, tendrá continuidad en otros filmes hasta ‘El amor en fuga’. Poco a poco vamos a ir conociéndole y juzgándole muchas veces por sus hechos, a veces es un inocente niño que nadie lo protege, pero otras veces, podemos observar un personaje que ejecuta acciones no tan loables.
En resumidas cuentas, ‘Los cuatrocientos golpes’ ha sido una de esas películas que no ha pasado inadvertida para la historia del cine porque no sólo nos propone un cine teñido de tintes autobiográficos de su director sino que viene a criticar lo establecido.
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