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‘Madre!’: por los huevos de Aronofsky

Madre! destacada

Póster de Madre!

A una mujer (Jennifer Lawrence) le pilla por sorpresa que su marido (Javier Bardem) deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.

Primero, señalar lo importante: en un Hollywood donde cada vez se arriesga menos, Darren Aronofsky y sus huevos paren ‘Madre!’, una película totalmente ajena a la indiferencia, que sin duda provocará más de un debate a favor, y en contra.

La nueva chifladura del cineasta comienza como un personalísimo thriller romántico; deviene en alegoría con símbolos perfectamente reconocibles para cualquiera que preste atención (la casa-Paraíso en la Tierra; los múltiples significados e instrumentalizaciones de la religión; la creación divina vs la creación humana en manos de un poeta en horas bajas, etcétera, etcétera), y termina en un crescendo incontenible y a menudo absurdo donde Aronofsky no nos deja respirar, oprimiendo cada uno de nuestros sentidos con violencia, sacudiéndonos emocionalmente hasta la extenuación.

La interpretación de la película dependerá de la experiencia vital e implicación de cada espectador.

Los que lleven más carga académico/cinematográfica/vital, la apreciarán por su indudable asunción del riesgo desmontando dogmas y símbolos, y atizando una y otra vez los pilares sobre los que se asienta la Cultura Occidental.

Valorarán las descarnadas interpretaciones de su elenco protagonista: inmensos Javier Bardem, Michelle Pfeiffer y Ed Harris, chalados sin remisión, asolados por el poder de la palabra, la inefabilidad del acto y la contundencia de la pasión sin filtros; magnífica (pues el reto era grande, y la exigencia también) Jennifer Lawrence, que sostiene con dignidad y oficio un personaje continuamente azotado, vejado hasta el límite.

Valorarán también el escenario, donde Aronofsky hace tanto con tan poco. Una casa que vive y respira, que destila humanidad en toda su extensión (hasta la que no nos gusta y nos esforzamos por esconder, pues allí habitan nuestros demonios).    

Pero los huevos de Darren le hacen caer en el exceso, muchas veces injustificado y, sin duda, repelente de cualquier espectador medio que esperaba un thriller de tintes sobrenaturales con repartazo. Los que la vean con ojos de multisala, saldrán decepcionados sin remisión, pues el director supedita su arte al espectador, que no es más que un receptor obligado que ni pincha ni corta.

Para quien esto escribe, y valora las virtudes de la cinta, le resulta imperdonable que Aronofsky, en todo su desbarre creativo sea, al final, tan obvio: despojada de la montaña rusa del segundo acto, del guantazo continuado al espectador, la moraleja de ‘Madre!’ es más simple que el mecanismo de un chupete.

Para tanto revuelo, qué menos que un final a la altura, que recordemos una y otra vez y entre a formar parte de nuestro acervo cinéfilo.

Donde Nolan nos dejó una peonza repleta de significado, Aronofsky nos entrega un Happy Meal de McDonald`s con el que entonar un enérgico WTF!.

Si vas a liarla parda, amigo Darren, y poner tus huevos a cocer (y a nosotros con ellos), al menos intenta que el contenido trascienda el furibundo continente.

Si vas a disparar y alumbrar más de 60 minutos de locura total donde sacar a pasear todas tus bienvenidas neuras, asegúrate de tener algo con lo que cuadrar el círculo.

‘Madre!’ tiene muchas virtudes, y vale el precio de la entrada. Pero la trascendencia, no es una de ellas.

Lo mejor: a Aronofsky no hay quien lo dome.

Lo peor: bajo la fachada de la casa, los cimientos están podridos.

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