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‘Infiltrado en el KKKlan’: Spike Lee sigue a lo suyo

Póster de Infiltrado en el KKKlan

Póster de Infiltrado en el KKKlan

A principios de los años setenta, una época de gran agitación social con la encarnizada lucha por los derechos civiles como telón de fondo, Ron Stallworth se convierte en el primer detective negro del departamento de policía de Colorado Springs, pero es recibido con escepticismo y hostilidad por los mandos y los agentes. Sin amedrentarse, decide seguir adelante y hacer algo por su comunidad llevando a cabo una misión muy peligrosa: infiltrarse en el Ku Klux Klan y exponerlo ante la ciudad.

Si alguien espera que Spike Lee haya matizado su discurso con los años, que espere sentado.

El siempre polémico y polarizado (aquí, sí es un cumplido) director vuelve con energía en ‘Infiltrado en el KKKlan’, montando una comedia ácida, certera y reivindicativa, que vuelve a incidir en la estupidez racista y odio reinantes (antes, ahora y probablemente por siempre) en muchos sectores de la sociedad estadounidense, y la ¿eterna? lucha por los derechos civiles de la comunidad afroamericana.

Lee siempre ha entendido ésta como choque de supremacías, y el combate se hace patente a través de la pareja protagonista (estupendos John David Washington y Adam Driver, negro y judío, infiltrados en lo peor de lo peor), contra sus propios compañeros en el seno de unas fuerzas del orden poco tolerantes, y un KKKlan caricaturesco en su forma, pero perfectamente identificable a través de sus acciones como el ‘malo’ de la película.

Spike Lee no es amigo de los dobles sentidos, las metáforas, las figuras retóricas. Su turra siempre es la misma, y sigue fiel a lo suyo.

Pero, en esta ocasión, consigue que la película no aqueje sus (justificados, ojo. No seré yo el que defienda ninguna clase de supremacismo, imposible de sostener con neuronas) fantasmas y fluya sin problemas, imprimiéndole ritmo y el sentido del humor suficiente como para echarnos unas buenas risas, pese al espanto de lo que acontece.

Pasa de la seriedad a la chorrada con maestría, apoyándose en el elenco y un guion no falto de sermones, pero lo suficientemente elaborado como para no perderse en la montaña rusa y conservar el poderoso mensaje.

Hacía tiempo que el director de ‘Plan oculto’ y ‘Haz lo que debas’ no andaba tan firme, tan inspirado.

Muchos no estarán de acuerdo con sus tesis siempre absolutistas pero, incluso así, no podrán negar la calidad de una película notable.

Lo mejor: la pareja protagonista, y Topher Grace.

Lo peor: por el momento, los tonos grises no existen en el discurso racial del cineasta.

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