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‘La corresponsal’, adicción a la noticia

Marie Colvin, una de las corresponsales de guerra más famosas de nuestra historia reciente, no le tiene miedo a nada y arriesga su vida a diario para dar voz a las víctimas de la guerra desde primera línea de batalla. Durante los primeros años se siente cómoda compartiendo martinis con la élite de Londres mientras combate contra dictadores en todo el mundo. Pero los distintos traumas que va acumulando en cada nueva misión acaban tomando el control de su vida personal, que poco a poco se va desmoronando. Aun así, su empeño en mostrar el lado más cruel de la guerra le lleva a embarcarse en la misión más peligrosa de toda su carrera en la ciudad sitiada de Homs, Siria.

Para cualquier persona recién licenciada en materia periodística, ejercer de corresponsal en un país distante puede resultar la meca informativa. Se es joven, sin cargas familiares, se puede llevar lo imprescindible en una pequeña mochila, permite evadirse de la realidad acostumbrada y, sobre todo, tomar una óptica más globalizadora de cuanto acontece en el mundo. Está idealizado como un oficio romántico y casi artesanal. La realidad es que muy pocos son los elegidos para la gloria pues se ha de tener un bagaje profesional impresionante e impecable tras muchos años en el filo informativo. Si además le añadimos experiencia en el análisis de zonas de conflicto y trabajo de campo, las oportunidades se pueden contar con muy pocos dedos de las manos.

Marie Catherine Colvin fue una reportera de guerra americana legendaria en el periodismo británico gracias a sus trabajos para el Sunday Times. Pocos meses después de su muerte en febrero de 2012, la periodista Marie Brenner escribía un extenso artículo para la revista Vanity Fair a modo de homenaje en el que se ha inspirado esta película. Los más cercanos a la destacada profesional resaltan las licencias permitidas para obviar personajes o enmascararlos, pero todos coinciden en que el retrato de esta “polilla que se acerca a las llamas” (sin querer evitarlo), es de lo más parecido a la realidad.

‘La corresponsal’ es de esos títulos imprescindibles para enamorados del género que merece estar con letras doradas en ese altar cinéfilo o periodístico, al lado de manuales de estilo periodístico como puedan ser ‘El año en que vivimos peligrosamente’, ‘Bajo el fuego’ o ‘Los gritos del silencio’, por citar algún ejemplo.

El documentalista Matthew Heineman dirige esta historia sobre la guerra privada de la protagonista (al igual que el texto de Brenner lleva por título original ‘A Private War’), en busca y captura de la noticia en zonas bélicas como Sri Lanka, Irak, Afganistán, Libia, y finalmente en Homs, Siria. Arash Amel escribe y produce esta biografía cargada de ficción en la que curiosamente se encuentra una Charlize Theron comprometida en la producción de la misma.

Para lograr impactar con las zonas devastadas, merece la pena destacar la impresionante ambientación filmadas en Jordania, además de las localizaciones británicas donde reside la sede del Sunday.

Rosamund Pike (‘Perdida’, ‘El rehén’, ‘Nuestro último verano en Escocia’), está impresionante y soberbia interpretando a esta corresponsal adicta a denunciar lo que sucede y los ojos no perciben. Imprime geniales matices de arrogancia y de pasión por su trabajo escondidos bajo una gruesa capa de frialdad. El dolor de cubrir tantas guerras como necesidad psicológica comienza a hacer mella traumatizando su personalidad: “el miedo aparece después, cuando ha acabado todo”.

Jamie Dornan (trilogía de ‘Cincuenta sombras de Grey’, ‘Operación Anthropoid’, ‘Volando a casa’) es la pareja profesional y el complementario reportero gráfico. Un admirador desencantado de la leyenda que asimilará el trabajo de confesor de los miedos y pánicos de la corresponsal. Da perfecta réplica con un papel de ex-militar y fotógrafo que ve y toca la muerte como observador testimonial.

En el reparto también destacan las interesantes intervenciones de Tom Hollander y Stanley Tucci.

‘La corresponsal’ cuenta la crudeza de vivir y morir, no solo la vida en sí, sino de manipular y vender guerras falsas en medio de conflictos políticos más que interesados. Habla de la manipulación globalizada y de la necesidad de ser altavoz de los horrores humanos que esconden la verdad, por muy lejana que se halle la noticia.

Pero también describe la mella personal que va causando la exposición a la permanente hostilidad, el refugio en el alcohol y otros derivados para mitigar el cruel silencio de una sociedad en donde lo que no se cuenta no existe. Marie Colvin tenía un «talento innato para que la gente se preocupe», y por desgracia la vida suele ser el precio a pagar para afrontar un periodismo de denuncia, similar a una droga que nunca termina de saciar.

Lo mejor: una valerosa Rosamund Pike, la lograda ambientación y una producción muy satisfactoria.

Lo peor: los huecos que deja la ficción narrativa entre los diferentes capítulos que se describen.

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