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‘Muñeco diabólico’: Chucky conoce a Charlie Brooker

Póster de Muñeco Diabólico

Póster de Muñeco Diabólico

Karen, es una madre soltera que le regala a su hijo Andy un muñeco por su cumpleaños sin ser consciente de la naturaleza maligna que esconde en su interior.

En estos tiempos de conectividad total y ‘sabiduría’ generalizada donde todo hijo de vecino es un cuñado, sería una necedad plantear un remake de ‘Muñeco diabólico’, en los mismos términos no solo de la película fundacional, sino también de  la ingente cantidad de secuelas que, con mayor y menor fortuna, han ido desfilando con Chucky como protagonista. 

‘Muñeco diabólico’ no es nada del otro mundo, pero actualiza con acierto para las nuevas generaciones la historia de Chucky, aquí llamado Buddi (no Woody, aunque es lógico que instantáneamente se establezca el paralelismo con el sheriff de Pixar, probablemente buscado por sus creadores, que ya lo usaron durante la hilarante promoción de la cinta), el muñeco estrella de un gigante tecnológico que tiene a gran parte de la población atontada (¿les suena?) y se convierte en un cabrón asesino por obra y gracia de la tecnología y un técnico malpagado y maltratado por sus jefes en la parte en eterna vía de desarrollo del mundo (¿también les suena?). 

Como si de un episodio del ‘Black Mirror’ de Charlie Brooker se tratase, ‘Muñeco Diabólico’ plantea qué pasaría si le quitamos a un juguete creado para estar interconectado con todo y ser un asistente infinito, los protocolos de seguridad, y pasara a formar parte de una familia bastante fastidiada de los suburbios que lo último que necesita es añadir más problemas a la lista.

Lo mejor del remake de la obra de Don Mancini es la interacción entre Chucky y Andy , con un protagonista infantil mucho más capaz que su predecesor, y Mark Hamill en la versión original demostrando de nuevo que sus cualidades interpretativas siempre han ido más allá de Star Wars; su Buddi es tan tierno, perdido y necesitado de afecto como letal, tarado y tétrico. 

El muñeco de marras quiere ser el mejor amigo de Andy, a toda costa. Si no lo es, nadie más lo será.

Cuando la película llega al ecuador, empieza a correr la sangre, y aquí la película tampoco escatima hemoglobina, lanzando al público unas cuantas muertes explícitas y, por su realización evidentemente hiperbólica, divertidas. 

Se olvida nada más verla (salvo la cancioncilla, que es inevitable tararear durante horas), pero probablemente sea la más disfrutable de la saga desde la primera y aquella bendita locura titulada ‘La novia de Chucky’. 

Como entretenimiento veraniego, rellena con creces una tarde de calor. 

Lo mejor: la relación entre Andy y Buddi/Chucky, y el discurso sobre los peligros de la tecnología.

Lo peor: no deja nada a la imaginación.

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