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‘Joker’: ¿por qué tan serio?… Porque lo vale

Póster de 'Joker'

Arthur Fleck (Phoenix) es un hombre ignorado por la sociedad, cuya motivación en la vida es hacer reír. Pero una serie de trágicos acontecimientos le llevarán a ver el mundo de otra forma. Película basada en Joker, el popular personaje de DC Comics y archivillano de Batman, pero que en este film toma un cariz más realista y oscuro.

La consideración del género de superhéroes basados en el extenso universo de tebeo como un entretenimiento para adolescentes y adictos al cine palomitero, ha sido fomentada, mayormente, por la propia industria (ojo, esto no es en absoluto malo, porque el cine tiene que ofrecer películas para todos los gustos, y todas tienen su importancia, dedicación y muchísimo trabajo detrás), pues las páginas de los comics están repletas de personajes profundos y temas controvertidos.

Joker, el príncipe payaso de Gotham, ha ocupado la gran pantalla con mayor y menor acierto, pero es por derecho propio el villano más complejo de Batman y DC y, quizás, del Noveno Arte. 

La nueva incursión del personaje no es una película de superhéroes al uso. Es más, ni siquiera se adscribe al género tal y como lo entendemos. 

La de Tod Phillips (muy alejado de sus Resacones en Las Vegas) se centra en el icónico villano, desgranando su descenso a los infiernos (que no disculpa, ni defiende, ni mucho menos aplaude, por mucho que algunos quieran creer lo contrario) a través de la mayúscula interpretación de Joaquin Phoenix, una auténtica bestia que clama aquí, de nuevo, por un Oscar como una casa.

Ignorado por una Sociedad apestosa, anestesiada, conformista y decadente que no quiere, entiende, respeta, ni ayuda a los que sufren por ser diferentes, Arthur Fleck se va degradando por dentro y por fuera, convirtiendo la risa que antes fue su inspiración y medio de vida, en un grito de socorro, de miedo y de guerra.

Igual que El Caballero Oscuro fue el héroe que Gotham merecía, pero no necesitaba, la decadente y setentera Gotham (evidente la influencia de Martin Scorsese) que se presenta aquí contribuye a la muerte del torturado y entrañable Fleck, y el nacimiento del peligroso y patético Joker, que se convierte en el ídolo de otros seres tan perturbados como él.

En un caldo de cultivo ideal para avivar monstruos (aunque la responsabilidad del acto final que cruce la línea, siempre recaerá en estos), donde se crean ídolos con pies de barro, la desigualdad social se extiende sin freno, la modorra de un rebaño bien dirigido impera y apenas quedan espacios para la sincera y descarnada reflexión, ‘Joker’ se reivindica como la incómoda obra maestra que es.    

Pese a la excelente puesta en escena (trufada de poderosas imágenes) su visionado es difícil. 

Sería recomendable que los padres se abstuvieran de llevar a sus hijos y leyeran previamente algún escrito sobre la cinta para no salir del cine escopetados, con un infante de cada brazo. 

También pese a la (¿merecida?) bofetada que nos pega sin miramientos, ‘Joker’ aporta valor al cine de capas y mallas, demostrando que solo depende de Hollywood el cambiar el festivo paradigma del género y, de vez en cuando, ahondar en la psique de los personajes, haciendo otra clase de películas bienvenidas que pueden complementar, perfectamente, a los también necesarios productos comerciales. 

Gracias, maestro Phoenix. Gracias, señor Phillips. Gracias, DC. 

Y gracias por asumir el riesgo en un escenario tan difícil, Warner.

Lo mejor:  se reivindica sola y Joaquin Phoenix. Este actor es de otro mundo. 

Lo peor: que algunos vean apologías donde no las hay.

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