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‘Tenet’: Nolan es Séptimo Arte

Póster de la película Tenet

Armado con tan solo una palabra –Tenet– el protagonista de esta historia deberá pelear por la supervivencia del mundo entero en una misión que le lleva a viajar a través del oscuro mundo del espionaje internacional, y cuya experiencia se desdoblará más allá del tiempo lineal.

‘Tenet’ no es la mejor película en la sin par filmografía de Christopher Nolan.

Estamos ante una aventura de fondo muy simple, casi tanto como una cinta de James Bond de la era Moore, Dalton o Brosnan, con personajes apenas dibujados y un protagonista (literalmente), sin nombre. 

Pero, a la vez, es la mejor película que podemos (y debemos) ver, en este preciso momento y contexto social, con la pandemia del Coronavirus azotando todo el planeta y una necesidad imperiosa de evadirnos,  disfrutar y, por qué no, poner a trabajar nuestras neuronas en algo más que el incierto horizonte.

De nuevo con el tiempo como motivación principal (en este caso, la inversión temporal), Nolan monta aquí su obra más faraónica, virtuosa y arrolladora en lo visual (con escenas que son experiencias cinematográficas, y llevan a nuevos límites lo que se puede rodar con la tecnología actual, aupadas por el inagotable talento de los diseñadores de producción, coreógrafos y ese largo etcétera de expertos en cada campo); trepidante, megalómana y, también, tan ininteligible como llamada a retar continuamente al espectador, que necesitará de varios visionados para sacarle todo el jugo a semejante propuesta, para bien, o para mal, pues está tan llena de trampas que detriparla demasiado puede ser contraproducente.

‘Tenet’ no es solo un palíndromo en su título, sino también en su desarrollo. 

La de Nolan es una nueva forma de cine de acción que, si la abrazamos en su totalidad, disfrutaremos como muchas de sus películas anteriores, pues aquí el cineasta desata toda su creatividad, alumbrando un Blockbuster de autor cuyos doscientos millones de presupuesto lucen como los chorros del oro, y respeta al espectador como ser pensante capaz, si se lo proponen, de hacer algo más que divertirse y engullir palomitas.

No gustará a todo el mundo, pues analizarla, sin experimentarla, sería un frustrante error de inicio (‘no pienses en ello, siéntelo’).

‘Tenet’ necesita de nuestra plena complicidad y confianza en el director. Que estemos dispuestos a interiorizar que el Cine es ese lugar mágico donde pasan cosas mágicas, que no pasan en ningún otro lugar, por mucho que proliferen propuestas paralelas.

Su película hay que verla en una gran sala, con un gran sonido, y una imagen de calidad donde disfrutar cada aspecto de la excelente fotografía.

Con la maestría de un genio experimentado, y la libertad que le ofrecen sus réditos taquilleros, Nolan asume el papel del Séptimo Arte encarnado, dándonos un guantazo de grandeza, enigma y maravilla con momentos que (incluso para los entrados en años, y en desengaños) están a la altura de la primera vez que el doctor Grant vio un dinosaurio, ET volvió a su planeta o The Machine Man apareció en ‘Metrópolis’.

Una película para vivirla, revivirla y debatirla una y otra vez cuando termina. Tendrá muchos seguidores (con razón) y detractores (ídem), pero solo dejará indiferente al que carezca de un corazón latiendo bajo el pecho, y un cerebro no trolleado en su cabeza.

Es cierto que Nolan da muchas cosas por sentadas, y sabe que otras de las que ocurren no tienen ningún sentido.

Sus personajes transmiten el desconcierto desde el inicio y durante el metraje (pese a su condición de meras piezas del puzzle Nolaniano, espléndido el trabajo de todo el elenco, con mención especial para Robert Pattinson, Kenneth Brannagh y John David Washington, que apunta maneras y, por el momento, ha heredado las poses y andares de su insigne padre. El tiempo y la experiencia dirán si también el talento de Denzel), pues es más importante aquí el viaje, por alocado  y sublime que sea, que el destino.

Y menudo viaje. 

‘Tenet’ es la película de James Bond que ningún Brocolli osaría producir, y  la ida de olla temporal más estimulante y arriesgada en lo que va de este olvidable Siglo. 

Cada euro que haga en este erial de taquilla, se lo habrá merecido.

Lo mejor:  esto NO lo hemos visto antes.

Lo peor: hay que comprar la premisa del todo para disfrutarla.

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