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‘En un barrio de Nueva York’, paciencia y fe

El barrio neoyorquino de Washington Heights se ilumina… El aroma de un café caliente flota en el aire justo en la salida del metro de 181st Street, donde un caleidoscopio de sueños reúne a esta comunidad alegre y solidaria. Y en medio de todo esto nos encontramos con Usnavi el simpático propietario de la popular bodega, que ahorra cada céntimo mientras espera, imagina y canta sobre una vida mejor.

Al grano directamente. Desde que tengo uso, más que de razón, de conocimiento, no creo recordar película alguna que desde el minuto cinco me haya conmovido de tal manera hasta el minuto ciento cuarenta y tres. Incluyo aquí la fabulosa escena postcréditos a cargo del propio creador del afamado musical. Son casi dos horas y media lo que dura este solemne homenaje, escrito en papel pautado con letras doradas, hacia quienes dejaron su patria atrás, que no su espíritu, para levantar con sus sueños el alma de una nación.

De unos cuantos borradores universitarios a las tablas de Broadway. De la fama, al salto cinematográfico, y de aquí a la gloria de un género complicado de tratar. Y no estoy hablando de ‘Cats’. Estancado por una costosa producción para una compañía que no contaba con tal presupuesto y sus muchos posibles riesgos tras la aventura felina, ‘In The Heights’ se trasladó a los estudios del depósito de agua con nuevo logo de escudo azul. 

Jon M. Chu dirige aplicando su experiencia en cortos, vídeos musicales y documentales (con especial querencia por Justin Bieber), largometrajes de bailes callejeros (‘Street Dance’, ‘Step Up 3D’), películas de acción (‘Ahora me ves 2’, ‘G.I. Joe: La venganza’) y algún que otro romance (‘Crazy Rich Asians’). Con todo, aborda esta complicada producción con maestría y perfecto entendimiento sobre el potencial de la misma.

Pero sin duda, a la hora de aplaudir al autor, las miradas se dirigen principalmente a Lin-Manuel Miranda. El hombre orquesta. Compositor, letrista, cantante, actor y productor, que en esta ocasión presenta su primera obra con todo lujo de detalles cinematográficos, por encima de la anterior experiencia de presentar su ‘Hamilton’ filmado desde el stage o escenario de la propia representación teatral en directo. Está apoyado por Quiara Alegría Hudes como guionista, adaptadora y actualizadora del libreto. Ambos tienen pendiente el estreno de ‘Vivo’, un musical de animación restringido a la exclusividad de una distribución por plataforma.

Aunque en Broadway, Miranda interpretaba a Usnavi, ahora da un evidente paso atrás, para dejar sitio a un joven elenco interpretativo, magnífico y formidable. Y muchas agradables sorpresas más veteranas, que por su extensión obviaremos. Un cast que no tiene desperdicio.

“¿Qué quiere decir “sueñito?”… Calles hechas de música, historias que se entrecruzan en el sonido de la ciudad. Un verdadero hogar para los “dreamers” del siglo XXI. Y una revolución social con un ritmo maravilloso. En definitiva, una declaración de principios con compás latino, en plena latencia y actualidad… Y con mucho calor dentro del gueto hispano. La exaltación a la cultura dominicana, cubana, puertorriqueña y mexicana, a la que tanto debemos todos, sobre todo los norteamericanos.

Y en espanglish. Merece la pena en su versión original por varios motivos. Como siempre y en primer lugar por el respeto al trabajo de sus protagonistas, sin denostar cualquier doblaje. Los temas musicales perderían toda su gracia, cuando alterna el texto en español e inglés, algo que ya tiene. Salvo el propio equipo de Disney es difícil que nadie se lo plantee. Oír a los actores doblados y escuchar sus timbres musicales originales puede hacer perder el norte al público. A tener en consideración, si alguien se pierde leyendo los subtítulos no hay problema, ya que mucho antes de acabar estará deseando disfrutarla otra vez. Lástima que ya no haya sesión continua… vendría bien en este caso.

Actualidad más que nunca en lo político y lo social. Un país, una nación o una comunidad, están construidas gracias al duro trabajo que han hecho quienes la habitan, huyendo del hambre a duras penas, para acabar cuidando y limpiando lo que no son capaces de hacer otros desde el entendimiento de que están por encima de los demás, en este caso inmigrantes. Raíces, cultura, vida a preservar allá a donde se vaya.

“Paciencia y fe” además de ser una preciosa composición que incorpora su banda sonora, es el deseo de que ‘En un barrio de Nueva York’ suponga el definitivo regreso del público a disfrutar de las verdaderas joyas en la gran pantalla. En este caso de la mano de un precioso musical que dejará al espectador emocionado y encantado por sus personajes, su argumento, de las fenomenales canciones e intensas coreografías, mientras se le pueda escapar algún que otro aplauso contenido. Es la magia del cine, de un cine que vuelve a enamorar.

Lo mejor: recuperar la confianza de que no todo está inventado, la ilusión y disfrutar desde que se apagan las luces hasta el último fotograma con tal intensidad.

Lo peor: sencillamente nada, incluso para quienes no son muy apasionados con este género musical. Una impresionante producción… Veremos qué puede aportar Spielberg al respecto con su versión de ‘West Side Story’ y si está justificada.

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