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‘El Escuadrón Suicida (2021)’: dejar hacer vs no

Póster de 'El Escuadrón Suicida (2021)'

Un grupo de super villanos se encuentran encerrados en Belle Reve, una prisión de alta seguridad con la tasa de mortalidad más alta de Estados Unidos. Para salir de allí harán cualquier cosa, incluso unirse al grupo Task Force X, dedicado a llevar a cabo misiones suicidas bajo las órdenes de Amanda Waller. Fuertemente armados son enviados a la isla Corto Maltese, una jungla repleta de enemigos.

La primera idea que viene a la cabeza cuando termina la proyección de este reboot (no reconocido, pero evidente) de la cinta de David Ayer, es que Warner, en esta ocasión, ha dejado que el director dirija, con todas las consecuencias. 

‘El Escuadrón Suicida’ de James Gunn es como ‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’: cine de autor para el gran público. 

Con las manos libres, presupuesto holgado y un reparto coral y entregado, Gunn desata todo su irreverente genio como guionista y director llevando a la segunda entrega de esta franquicia donde Ayer no pudo cuando sus alas fueron cortadas y su película, mutilada para parecerse a un Marvel que tiene la fórmula tan depurada que es complicado duplicarla fuera de la Casa de las Ideas. 

Sin prisa pero sin (ninguna) pausa, la panda de descartados capitaneada en esta ocasión por Bloodsport (Idris Elba), la lían parda en la isla de Corto Maltese, exhibiendo contundentemente las señas de identidad del cine de Gunn, desatadas gracias a la calificación R (dejando en chiquilladas la mayoría de burradas que vimos en las dos entregas de Deadpool). 

Ultraviolencia explícita, sangre, gore, irreverencia, cachondeo juvenil, sentido del humor, colorido (los tonos azules de la fotografía le sientan de maravilla) y cierta idiotez generalizada (en el buen sentido, anillo al dedo para esta película) inundan cada segundo del abultado y cafre metraje, en una montaña rusa que transcurre en un suspiro. 

Efímera, sí, pero también todo lo efectiva y honesta que la película de Ayer no fue. 

James Gunn lo tiene claro, y ejecuta su visión sin cortapisas. 

Entre las diversas set pieces de endiablada acción (la maravillosa fuga de Harley Quinn), el director de ‘Guardianes de la Galaxia’ no descuida a los personajes. No hablamos de un desarrollo monumental, pero sí el suficiente para coger cariño a esta panda de chalados, con King Shark incluido, Ratcatcher (Daniela Melchior), como revelación y robaplanos de la película y Harley Quinn, de nuevo, como plato fuerte (con especial atención al calado dramático y significado de la ‘noche de bodas’).  

Mencionar, también, a la otra cara de la moneda: Amanda Waller (Viola Davis) que se convierte, con diferencia al estar presuntamente al lado de los ‘buenos’, en el personaje más detestable de la película, y toda una declaración de intenciones y subtexto por parte de Gunn.  

¿Es mejor ‘El Escuadrón Suicida’ que ‘Escuadrón Suicida’? Sin duda. 

Pero también es un ejemplo clarísimo y desolador de lo inútiles que son, a menudo, algunos bien pagados ejecutivos que hay en casi todas las majors, con cero visión artística y (eso sí), unas zarpas muy largas.

Tras ‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’, y este anárquico y bienvenido  bofetón palomitero de James Gunn, muchos se sumarán a la causa de que David Ayer pueda sacar, por fin, su versión de ‘Suicide Squad’ que no vimos. 

Lo mejor: James Gunn hipervitaminado, mineralizado y sin correa.   

Lo peor: el mal lugar en que deja, por fuerza, a su predecesora y la mutilación a la que fue sometida.  

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