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‘Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos’: ¿la mejor cinta de orígenes Marvelita?

Póster de Shang-Chi

Adaptación cinematográfica del héroe creado por Steve Englehart y Jim Starlin en 1973, un personaje mitad chino, mitad americano, cuyo característico estilo de combate mezclaba kung-fu, nunchacos y armas de fuego.

‘Marvel no arriesga’. 

‘Marvel siempre hace lo mismo’. 

‘Marvel (rellene por la línea de puntos)’.

Tras la tardía aventura de La Viuda Negra en solitario, la Casa de las Ideas vuelve a la carga con ‘Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos’, una película que, inesperadamente, se sitúa entre las mejores de la factoría y, probablemente, en el top dos entre las cintas de orígenes hasta el momento, solo por detrás de la omnipresente y significativa (para lo que vino después) ‘Iron Man’. 

Abrazando el apabullante despliegue visual del cine oriental, pero sin perder de vista el dibujo contemporáneo de las nuevas generaciones estadounidenses de ascendencia asiática, la cinta de Destin Daniel Cretton es una aventura repleta de diversión (menuda química, simpatía y humanidad despliegan Simu Liu y Akwafina, completadas por la solemnidad y estilo de la grandísima Michelle Yeoh y la presencia como villano/no villano de Tony Leung), las mejores coreografías de lucha vistas hasta la fecha y un ligero, aunque muy efectivo, drama familiar que entrona perfectamente con el corazón de la ya longeva vida del MCU. 

‘Shang-Chi’, dentro de los parámetros establecidos por Feige y compañía, se descuelga sobre todo en el apartado visual, donde brilla escena tras escena, con escenarios llenos de genio e imaginación, acompañado de la bellísima banda sonora a cargo de Joel P. West, que tiene identidad propia entre las cada vez más comunes (exceptuando a las partituras de Alan Silvestri, el excelente Score que se sacó de la manga Patrick Doyle en Thor, las del Capitán América y poco más) melodías de la casa.  

Artes marciales dignas de disfrutar en la gran pantalla (que gustarían al mismísimo Zhang Yimou), fantasía en estado puro y el espíritu alegre, indomable, fuerte y  esperanzador de un héroe a su pesar con un pasado sombrío, que se posiciona como el gran descubrimiento de la nueva tanda de potenciales Vengadores, y su carismática compañera de aventuras, capaz de hacer del ‘Hotel California’ de los Eagles una distracción tan cachonda como las que se gasta Star-Lord.

Ya lo hemos visto en otras películas, y recientemente en televisión: la fórmula de Marvel sigue siendo efectiva, fuerte y dispuesta a asumir nuevos retos sin perder el norte, con respeto hacia su público global y, cómo no (esto no es malo: el cine también es un negocio) un rumbo marcado, conocimiento del negocio y la capacidad de seguir expandiéndose sin prisa, pero sin pausa, con el aplauso de su comunidad de fieles.  

A nadie le amarga un dulce… ni tampoco un Marvel. 

Lo mejor: la belleza visual, las excelentes coreografías, la banda sonora y el reparto, con Simu Liu y Akwafina a la cabeza. 

Lo peor: volver a desaprovechar a Ben Kingsley, el bufón de la corte.  

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