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‘Dune (2021)’: y la buena adaptación se hizo posible

Póster de la película Dune

Arrakis, el planeta del desierto, feudo de la familia Harkonnen desde hace generaciones, queda en manos de la Casa de los Atreides después de que el emperador ceda a ésta la explotación de las reservas de especia, una de las materias primas más valiosas de la galaxia y también una droga capaz de amplificar la conciencia y extender la vida. El duque Leto (Oscar Isaac), la dama Jessica (Rebecca Ferguson) y el hijo de ambos, Paul Atreides (Timothée Chalamet), llegan al planeta con la esperanza de recuperar el renombre de su casa, pero pronto se verán envueltos en una trama de traiciones y engaños que les llevarán a cuestionar su confianza entre sus más allegados y a valorar a los lugareños, los Fremen, una estirpe de habitantes del desierto con una estrecha relación con la especia.

Al igual que ‘El señor de los anillos’ de Tolkien es considerada como una de las obras más importantes dentro de la literatura fantástica (puede que la más relevante), el ‘Dune’ de Frank Herbert lo es para la Ciencia-ficción. 

La magnífica obra, adaptada previamente al cine por David Lynch (cuya película se ha convertido con el pasar de los años en cine de culto, pese a todas sus imperfecciones en relación a su referente escrito), y a la televisión en formato de miniserie, ahora llega la esperadísima (y demorada varias veces por la pandemia) ‘Dune’ del reputado cineasta de Denis Villeneuve que, recordemos, consiguió con ‘Blade Runner 2049’ que una secuela igualara, e incluso superara, al original. 

Casi 60 años después de que Herbert ganara merecidamente todos los premios con ‘Dune’, Denis Villeneuve demuestra que un hueso tan duro de roer como éste se puede llevar a la gran pantalla, y hacerlo con resultado notable.  

Primero, un hecho muy importante que hay que tener en cuenta al encarar la cinta: estamos ante la parte 1 de la película, que despliega las piezas en el tablero y se toma su tiempo en dibujar, sobre todo, a cuatro personajes que brillan dentro del, en general, excepcional casting: Paul Atreides (Timothée Chalamet), su madre y Bene Gesserit la Dama Jessica (Rebecca Ferguson), Duncan Idaho (el cada vez más carismático y polivalente Jason Momoa) y Chani (la talentosa y ascendente Zendaya). 

Como primera parte, termina de forma abrupta, inhóspita y cortante como el desierto arrakeno; pero también trepidante, épica, y dejando en el espectador el poso del deseo de una continuidad que, esperemos, sea rubricada por la taquilla. 

En segundo lugar, Denis Villeneuve (que también participa en el libreto), y los guionistas Eric Roth y Jon Spaihts, parecen asumir sin tapujos que el clásico literario es imposible de adaptar, como tal, a la gran pantalla. 

Por ello, hacen obvios sacrificios para que el relato, como la especia, fluya: sacrifican profundizar en personajes importantes en la novela, haciendo que sus actos los definan (los Mentat Thufir Hawat y Petir de Vries, Glosu ‘la Bestia’ Rabban de Dave Bautista, el Doctor Yueh y Liet Kynes son varios de los grandes damnificados).

Sacrifican gran parte del trasfondo religioso (ampliamente construido y razonado en el incunable escrito), centrando el componente místico en las Bene Gesserit, la figura mesiánica de Paul Atreides y los ritos Fremen. 

Sacrifican, también, la voz en off tan presente en la adaptación de Lynch, repleta de larguísimas exposiciones, resolviendo el asunto para entrar rápido en materia con un prólogo brillante que introduce al espectador en el relato con rapidez, adornado con breves y certeras alusiones directas o indirectas que apuntalan la mitología durante el metraje.

Sacrifican, también, el dibujo e importancia capitales no solo del Emperador Padishah y su brazo armado, aquí testimonial, los Sardaukar, sino de la misma Cofradía Galáctica (Choam), que apenas es esbozada nuevamente a través de sus actos, las bondades del espectacular diseño de producción, la tronante partitura de Hans Zimmer y lo que los personajes dicen de ellos.

Sin embargo, Villeneuve se preocupa, mucho, de que las imágenes rellenen los huecos y vayan donde el guion no puede ir, sin lastrar la película. 

‘Dune’ es una apabullante y bellísima odisea visual, repleta de planos inolvidables, épicos, provocadores, inmersivos; que se crecen en la gran pantalla acompañados, además, de una nutrida e inteligente sucesión de simbolismos.  

El ‘Dune’ de Villeneuve no es onírico como fue el de Lynch y, por la vía de los hechos se convierte en la adaptación más lograda hasta el momento pues consigue hacer de un Blockbuster mastodóntico, cine de autor y, además, plausible

De una novela densa, fantástica, imprescindible pero, a la vez, difícil de digerir adaptándola sin sacrificios al celuloide, alumbra una película inteligible, pero no estúpida. 

Trepidante, llena de acción y peleas, pero también reflexiva y adulta. 

La primera pisada en el desierto de Arrakis se asienta con paso firme y decidido. Ojalá la segunda entrega desarrolle lo que queda por tratar y estemos, por fin, ante la adaptación definitiva. 

Gracias, Frank. Gracias, Denis. 

Lo mejor: Villeneuve consigue un gran Blockbuster, y también un gran Dune, de Frank Herbert. 

Lo peor: quienes no hayan leído la novela, pueden perderse en momentos puntuales.   

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