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‘Los Depredadores’: nuestras miserias

Cartel de Los Depredadores (I Predatori)

Es temprano por la mañana y el mar de Ostia está en calma. Un hombre toca a la puerta de la casa de una mujer: su objetivo es venderle un reloj. Es de nuevo temprano cuando, unos días después, un joven asistente profesor de filosofía descubre que no formará parte del grupo de expertos que participarán en la exhumación del cadáver de Nietzsche. Dos reclamaciones, dos familias aparentemente incompatibles: los Pavone y los Vismara. La primera, burguesa e intelectual; la segunda, proletaria y fascista. Dos facciones opuestas que forman parte de un mismo ecosistema: Roma. Un incidente en apariencia insignificante enfrenta a ambos extremos. Será la estupidez de un hombre de 25 años la que revele que todo el mundo guarda secretos y que nadie es lo que aparenta. Que, en realidad, todos somos depredadores.

A estas alturas de la película de nuestras vidas, nadie osaría discutir que el ser humano es capaz de lo mejor, y lo peor, pasando de un lado a otro del espectro con una facilidad pasmosa. 

‘Los Depredadores’ enfrenta a dos familias, aparentemente opuestas, que durante el metraje van coincidiendo en su condición de hipócritas, cobardes, insatisfechos, violentos y dispuestos a todo para lidiar con la vida que, a cada uno, les ha tocado vivir.  Auténticos Depredadores.

Seres que deambulan por este mundo fachada con lo justo, o con demasiado, pero ajenos a la felicidad, y necesitados de un estímulo continuo que les ayude a escapar de la realidad. 

La educación, el estatus, el patrimonio… no resuelven ni resolverán, por sí solos, los demonios de cada uno. 

‘Los Depredadores’ es una comedia ácida, oscura, caótica, que pone los pelos de punta al espectador sin cortarse, mostrando un espejo al abismo en el que, casi siempre, preferimos no mirarnos. 

Pese a las generosas dosis de humor negrísimo, y la aparente levedad de un relato que parece no tomarse en serio a sí mismo, el debut detrás de las cámaras de Pietro Castellito encierra un sinfín de lecturas, a cada cual peor. 

No es una película optimista, sino consciente de este barco de papel en el que vamos. con un rumbo y destino cada vez más inciertos.  

‘Los Depredadores’ radiografía nuestras miserias abrazando lo hilarante. 

Miserias que no son, por desgracia, pocas. 

Lo mejor: la demoledora moraleja. 

Lo peor: los problemas de ritmo de la cinta, y un montaje que no ayuda a contener el caos. 

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