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‘Morbius’: sangre y clichés

Póster de la película Morbius

El Doctor Michael Morbius (Jared Leto) es un bioquímico que sufre una extraña enfermedad en la sangre. Al intentar curarse y dar una respuesta a su trastorno se infecta sin darse cuenta con una forma de vampirismo. Tras la cura, Michael se siente más vivo que nunca y adquiere varios dones como fuerza y velocidad, además de una necesidad irresistible de consumir sangre. Trágicamente convertido en un imperfecto antihéroe, el Doctor Morbius tendrá una última oportunidad, pero sin saber a qué precio.

Es peligroso tratar cualquier película que lleve el sello de Marvel como un acontecimiento planetario. Sobre todo si está apadrinada por Sony, que solo tiene los derechos relativos a Spider-Man y toda su galería de villanos, y ha demostrado ir por otra senda distinta a la marcada por Kevin Feige en la Casa de las Ideas. 

‘Morbius’ sigue la estela de ‘Venom’ y su secuela, dos cintas entretenidas pero llenas de imperfecciones y la sensación constante de que no hay un rumbo trazado y, si lo hay, no sabemos muy bien dónde nos lleva. 

La cinta de Daniel Espinosa no es un desastre.  

Jared Leto y Matt Smith están cómodos en sus personajes, el reducido metraje nos impide abrazar el aburrimiento y hay unas cuantas ideas visuales muy interesantes desplegadas por toda la película. 

‘Morbius’ supera con creces a otras películas de orígenes Marvelitas como ‘Elektra’ y ‘Ghost Rider’. 

Pero la sangre se ve ampliamente superada por los clichés. 
Todo lo que vemos nos lo sabemos de memoria. Conocemos a la perfección el destino de cada uno de los personajes, pues el guión de  Matt Sazama y Burk Sharpless es tan cumplidor y lineal que no deja nada a la imaginación.

Unido a la mutilación de un montaje atropellado que hace que algunas escenas no tengan sentido (la ortopédica relación de Morbius y su compañera Martine Bancroft; esa inclasificable pareja de agentes del FBI… Las dos desconcertantes escenas finales), ‘Morbius’ podría haber sido mucho más que una película para pasar el rato y olvidar al momento. 

Se puede sacar más jugo a la gestualidad de Matt Smith, a las tablas contrastadas de Jared Harris, a una Adria Arjona que, sabemos, da para mucho más y, en general, a Morbius, personaje  atormentado por su enfermedad, decidido a salvar el mundo y en continua lucha contra su sed de sangre.   

Si la taquilla responde y llega la segunda entrega, esperemos que aprovechen el potencial de tan trágico antihéroe.

Lo mejor: NO es un desastre. 

Lo peor: se desperdicia el potencial. 

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