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‘Missing’, el mundo en sus manos

Un vertiginoso y electrizante misterio que nos hará preguntarnos qué tanto conocemos a nuestras personas más cercanas. Cuando su madre desaparece estando de vacaciones en Colombia con su nuevo novio, la búsqueda de respuestas por parte de June se ve entorpecida por la burocracia internacional. Atascada en Los Ángeles a miles de kilómetros de distancia, June utiliza toda la tecnología a su disposición para intentar encontrarla antes de que sea demasiado tarde.

Resulta paradójico pensar cómo cambia el concepto de una frase meridianamente hecha en cuestión de poco tiempo. El mundo en sus manos -además de las obras escrita y fílmica- vendría a significar alguien que posee y tiene todo cuanto desea a su alcance. Aquí y ahora, debería entenderse como la cualidad de acceder a todo desde un dispositivo digital. Mirando atrás es sorprendente cómo avanza la tecnología hasta límites insospechados… eso si tuviera límites, claro está. Algo que tiene que ver muy estrechamente con la huella digital que vamos dejando a nuestro paso, y de la que apenas somos del todo conscientes.

El guion y la dirección recaen sobre Nicholas D. Johnson y Will Merrick inspirados en la historia creada por Sev Ohanian y Aneesh Chaganty que ya marcaron su peculiar impronta con ‘Searching’, de ahí las similares características de esta nueva entrega que nos ocupa. Técnicamente es apabullante, tiene su puntito agobiante y es un tanto frenética.

El principal valor de ‘Missing’ reside en la construcción de su trama. June, su protagonista adolescente interpretada con gran acierto por Storm Reid, vive en un mundo en el que todo es posible con una conexión a internet, sin más preocupación. Con su móvil, el portátil y unas cuantas apps interconectadas es capaz de vivir el momento, solucionar inconvenientes, interactuar con sus amistades… Vamos, lo que cualquier persona hoy en día. Hasta que, de pronto, pierde la pista de su madre, Nia Long, y parece que el universo se desmorona, y nada es lo que parece.

Lo laborioso de la película es que monitoriza el suspense como si de un macro juego detectivesco se tratara sin despegarnos de la pantalla, pero no de la sala de cine, sino de la que se desprende toda la información de este magnífico Cluedo.

‘Missing’ es una “iMovie -si se me permite acuñar el término-, en la que ningún personaje o escenario aparece directamente por la lente de la cámara. Bueno, tal vez sí, pero tamizado, velado y observado siempre, en sus casi dos horas de duración, como si lo estuviéramos viendo desde el monitor de un portátil o de un móvil emparejados. Y eso es lo que la hace genial y tremendamente atractiva desde el punto visual.

La paradoja reside en que el efecto que puede perseguir esta película parece estar más diseñado para ver en un terminal en el que disfrutamos de Gmail, Instagram, YouTube, FaceTime, Google Maps, Facebook (si todavía se llama así), y algunas más inventadas para la ocasión, que en una sala de cine. Una labor más propicia para creadores de websites y apps que para cineastas. Es evidente que el diseño de producción y el efecto que persigue va por este camino, y lo cierto es que es un magnífico trabajo adaptar toda la trama para que se siga con tal interés y suspense sin la necesidad de requerir un plano directo.

‘Missing’ aprovecha el momento en el que se hacen películas de cine para consumir en televisión. O se siguen series en el móvil. O también la coyuntura en la que que el reporterismo se emite con la inmediatez de gente de la calle. E incluso que casi cualquiera puede engancharse a las videocámaras del tráfico para descifrar los seis números que abren las puertas de la caja fuerte de la Reserva Federal de América. Interesantes recursos para tener en cuenta.

Desconociendo cómo pueda evolucionar el momento hasta que la inteligencia artificial tome las riendas para hacer películas, yo de momento prefiero esperar.

Lo mejor: una inteligente manera de entrometerse en la privacidad digital ajena con ánimo de salvar vidas.

Lo peor: que la desenvoltura de estilo “iLive” pueda sustituir a una realidad tangible y cercana con la excusa de que nada ni nadie somos lo que aparentamos.

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