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‘Relatos Salvajes’: seis píldoras deliciosas

Póster de la película Relatos salvajes

Póster de la película Relatos salvajes

Seis historias cortas relacionadas con las injusticias y la violencia. Darío Grandinetti protagoniza un episodio que transcurre íntegramente en el interior de un avión. Ricardo Darín interpreta a un ingeniero experto en demoliciones. Julieta Zylberberg y Rita Cortese son la camarera y la cocinera de un restaurante de carretera. Oscar Martínez personifica a un millonario a cargo de una negociación oscura en el marco de una tragedia familiar. Leonardo Sbaraglia se ve envuelto en una historia de violencia en la carretera. Érica Rivas es la novia impredecible de una boda que avanza hacia el desastre. En todas ellas, los personajes se sentirán embriagados al cruzar la línea que separa lo civilizado de lo salvaje.

Damián Szifron nos plantea una propuesta de seis historias cortas en contextos totalmente diferentes, con argumentos distintos, con el común denominador de que alguno (o algunos) de los personajes termina cruzando el Rubicón de la civilización.

Al estilo de la serie de televisión ‘Cuentos asombrosos’ creada por Spielberg, cada historia explora diversas situaciones que culminan con la ruptura de lo que se considera un comportamiento socialmente aceptable, como respuesta a las injusticias que sufren los protagonistas.

Aunque las dosis de violencia son abundantes, no cae en su abuso o su utilización sin sentido. En el transcurso del desarrollo de cada una vemos que lenta pero inexorablemente los personajes protagonistas se ven impelidos a desahogarse con violencia, pero casi de forma natural.

Lo que podía haber sido un conjunto de historias estilo Tarantino se convierte en una muy buena comedia negra con tintes dramáticos, donde el primitivo instinto de supervivencia se va apoderando de los actores. En ningún momento tenemos la sensación de que haya violencia gratuita, y en la película hay violencia, y mucha…

Hay historias más violentas (la boda o la de los dos conductores), otras más sutiles (la negociación familiar), pero en todas ellas el director juega con nuestra identificación con los personajes protagonistas y la cotidianidad de las situaciones, en las que, con el uso del sarcasmo, el realizador busca la complicidad del espectador.

Destacar la precisión del montaje y el nivel de las interpretaciones, una excelente banda sonora y un guión sensacional.

Cuando aparecen los títulos de crédito, nos quedamos con ganas de otra historia más. En resumen, una caja con seis píldoras muy recomendables.

Lo mejor: la solidez y equilibrio de las seis historias y la interpretación de los personajes.

Lo peor: poca originalidad en el formato.

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