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‘Animales sin collar’, la voluntad perdida

Un cortijo aislado en mitad de la campiña andaluza es testigo del triunfo de Abel y Nora. Él es un político entregado a la lucha por los más desfavorecidos y acaba de hacer historia, ella su mujer y guardiana de un secreto que puede cambiarlo todo. La promesa de una nueva vida para ambos se ve truncada por la aparición de Víctor, un alto cargo caído en desgracia, y de dos antiguos amigos de una época que prefieren olvidar, Virginia y Félix. Todos creen llevar el control de una situación donde nada es lo que parece y donde cada revelación descubre nuevos interrogantes. Vida, amor, dolor, muerte, ambición y redención se mezclarán durante tres días tras los que nada volverá a ser igual para ninguno de ellos.

El entorno político actual parece estar en el punto de mira de los objetivos cinematográficos. Tras el éxito de ‘El reino’ de Rodrigo Sorogoyen, llega a las carteleras ‘Animales sin collar’, el primer largometraje de Jota Linares. Podría decirse que se trata de un interesante momento cultural cuando el público de las salas se inclina a favor de historias referentes a la vida política de un país. Sobre todo cuando a diario se produce tal saturación de información que pueda llegar a producir cierto hastío.

Tras un comienzo casi frenético y hasta algo violento que termina a las puertas de un hospital, Jota Linares se centra en la vida de una joven pareja en los días previos a las elecciones andaluzas. Además de lo oportuno de la situación, ‘Animales sin collar’ es una película de personajes, de templanza y de saber lidiar con las circunstancias de quien se presenta como cabeza de un partido para volver a encauzar la política de su región, y sobre todo de su pareja, quien mantiene su íntegro apoyo al futuro líder tanto en lo personal como en lo profesional.

Natalia de Molina (‘Techo y comida’, ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’) y Daniel Grao (‘El árbol de la sangre’, ‘Los ojos de Julia’), viven con cierta tranquilidad en su cortijo durante los últimos días de campaña.

El momento de tensa felicidad se nubla en el momento en que empiezan a resurgir personajes del pasado que reclaman su condición protagonista a golpe de chantaje. Natalia Mateo e Ignacio Mateos completan el reparto, representando una reciente y un tanto irresponsable juventud, donde el estatus y las circunstancias económicas condicionan siempre el eterno presente.

Un elenco de actores magnífico, quienes con su drama común trascienden de la política para acabar con el sometimiento de una situación insostenible, atados como animales en una espiral de “ratas y alcantarillas políticas”.

La lucha de clases, el juicio de la moralidad y la redención de los pecados de los padres, impresos en las páginas del ejemplar de “Los hermanos Karamazov” donde se oculta el dinero corrupto de los pecados, descubre un argumento social y heredado de quienes sienten que “la vergüenza y la dignidad son dos problemas de las casas sin dinero”.

‘Animales sin collar’ es una entretejida historia con una interesante trama que va más allá de las corruptelas. Habla de la ambición política y de la necesidad de liberar la voluntad subyugada, inmóvil y estática, sentada en esas sillas de mimbre cual sirviente del señorío.

Aguardando los días en esa casa de muñecas, mientras se van retratando los personajes a modo de reportaje fotográfico, con sus luces y sombras, ‘Animales sin collar’ clama a los cuatro vientos quitarse definitivamente el collar de la servidumbre que tanto aprieta al alma.

Lo mejor: sus excelentes interpretaciones y una cuidada fotografía. Y sobre todo que no caiga en el juicio fácil sobre el estado político actual.

Lo peor: que no sea un poco más concreta en su planteamiento, aunque aporta un buen interés que va in crescendo.

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