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‘Un asunto de familia’: familia feliz

Después de uno de sus habituales hurtos, Osamu y su hijo encuentran a una niña en la calle aterida de frío. Al principio, la esposa de Osamu no quiere que se quede con ellos, pero acaba apiadándose de ella. A pesar de sobrevivir con dificultades gracias a pequeños robos, la familia es feliz, hasta que un incidente imprevisto revela un secreto que pone a prueba los lazos que les unen.

La vida de cualquier persona se conforma en base a múltiples elecciones que va adoptando desde sus inicios. Elegir entre varias opciones implica la necesidad de dejar a un lado lo que se rechaza, y pasar página en el tiempo que toca disfrutar. Aunque hay hechos que acontecen que no tienen más alternativa que la que es, como la de nacer y vivir con la familia que toca. La mayor parte de las veces es toda una bendición pero hay otras, por suerte las menos, en las que no lo es tanto.

‘Un asunto de familia’ es la búsqueda de la felicidad grupal; el perfecto asentamiento de los lazos familiares cuando las circunstancias vienen mal dadas. Un ejemplo de cómo el amor puede superar con su voluntad la consanguinidad. El origen experimental de una relación tribal de seis miembros hacinados en el anonimato de una gran ciudad actual.

Esto es cuanto sucede cuando se elige a la familia con la que se quiere convivir, prescindiendo de casi todo, salvo de la más absoluta felicidad.

El director japonés Hirokazu Kore-Eda (‘El tercer asesinato’, ‘Después de la tormenta’, ‘Nuestra hermana pequeña’), quien además escribe y monta su propia historia, desgrana el verdadero amor en una familia que carece de casi todo, que vive escondida en la mentira y en el engaño para con los demás, pero que es sincera y natural entre los seis miembros que la componen.

Un clan matriarcal con una abuela que recibe una pequeña pensión de viudedad. Un padre que trabaja en la construcción y que adiestra a su hijo tanto en la vida personal como en los pequeños robos para subsistir. Una madre que recibe la acogida de la pequeña con la dura responsabilidad que supone una boca más alimentar. La nieta que descubre el mundo de las emociones en una fría sala de estriptis a la manera japonesa. Y por último el pequeño, a quien se le resiste decir “papá” mientras éste le enseña a modo de ritual a sustraer lo más básico y fundamental.

La vida gira en torno a la vida familiar, en una pequeña estancia que hace las labores de dulce hogar para todos estos personajes. Pero para Kore-Eda, el ejercicio no puede terminar repleto de felicidad sin antes o después confabular con la realidad para que se desenmascare la verdad.

Protagonizada por Lily Franky, Sakura Ando, Mayu Matsuoka, Kirin Kiki, Kairi Jyo y la pequeña Miyu Sasaki, supone el actual retrato de una familia en paz, amor y armonía, capaz de disfrutar inocentemente tanto de unos distantes fuegos artificiales nocturnos como de un maravilloso día festivo de playa.

‘Un asunto de familia’ no es gente normal. Comparten cicatrices que va dejando la vida como posos en la personalidad. Son proscritos que queman sus ropas como parte del ritual de convertir en cenizas su pasado y reiniciar así la vida en el presente. Y tras todo ello el drama con declaraciones que el director parece psicoanalizar cara a cara frente a la cámara.

Hirokazu Kore-Eda desmenuza el cine hasta dejarlo en la esencia de un delicado y tierno drama sobre la búsqueda de la felicidad.

Lo mejor: la naturalidad de las actuaciones y el tempo con el que se describen indirectamente los rasgos de los personajes.

Lo peor: la dura ambigüedad de su final.

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