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‘Las maravillas del mar’, sobrevivir al Calypso

Desde Fiji a las Bahamas, Jean-Michel Cousteau y sus hijos Celine y Fabien emprenden un viaje para descubrir y mostrar el mar como nunca se ha visto antes y aprender más sobre las amenazas que ponen en peligro a nuestros mares.

“Uno sólo protege lo que ama” podría ser el principal lema del vasto legado del genial oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau con respecto a la pasión por descubrir y cuidar el mundo marino. Un territorio pendiente de descubrir en gran medida por las dificultades técnicas que ello conlleva, pero con directa influencia sobre las condiciones de vida del resto de moradores del mismo planeta.

Con la introducción y el apadrinamiento de Arnold Schwarzenegger como productor ejecutivo y uno de los narradores del documental arranca este magnífico documental visual rodado con una impresionante tecnología en 3D.

‘Las maravillas del mar’ está dirigido por el primogénito del famoso explorador marino, Jean-Michel Cousteau, y por el documentalista Jean-Jacques Mantello. Además de protagonizar este viaje de 14.000 kms desde Fiji hasta Nassau, pasando por California y México, Cousteau comparte la experiencia de la inmersión con sus hijos Celine y Fabien.

Describe parte del impresionante mundo submarino fotografiando los arrecifes de coral como auténticos castillos de mar. El zooplancton y los animales abisales con imágenes nocturnas como si de verdaderas constelaciones móviles se tratara. Las algas como auténticos bosques en los océanos. O los ecosistemas y su complejo equilibrio en ese gigantesco acuario que son los manglares de San José.

También repasa las relaciones y alianzas entre distintos animales marinos donde la supervivencia es equivalente a “comer y no ser comido”. Delfines, tiburones, tortugas, y corales que colonizan y reconstruyen la vida de los viejos naufragios.

‘Las maravillas del mar’ es hipnótica y preciosista. Está realizada con una impresionante fotografía diseñada para sorprender tanto en formato 3D como en pantalla IMAX, como si de un gigantesco acuario se tratara. Está amenizada por una banda sonora suave tipo chill out que parece mecernos entre el oleaje de las corrientes marinas. Es toda una experiencia llena de sensaciones.

Pero también pretende concienciar de que el ser humano es la mayor amenaza ecológica de los océanos, sentenciando con claridad que “sin agua no hay vida y sin azul no hay verde”.

Este singular homenaje por recuperar el legado del gran documentalista oceanográfico Jacques-Yves Cousteau, a manos de su hijo y nietos, es una magnífica oportunidad para acercarse al cine documental y disfrutar. Aunque no se moje demasiado describiendo las consecuencias catastróficas que el ser humano puede provocar.

Lo mejor: las imágenes hipnóticas y estáticas como si de una pecera se tratase.

Lo peor: te quedas con ganas de más.

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