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‘Bajo Cero’: cuando todo está en su sitio

Póster de la película Bajo Cero

En una fría noche cerrada de invierno, en mitad de una carretera despoblada, un furgón policial blindado es asaltado durante un traslado de presos. Alguien busca a alguien de su interior. Martín, el policía conductor del furgón, consigue atrincherarse dentro del cubículo blindado con los reclusos. Obligado a entenderse con sus enemigos naturales, Martín tratará de sobrevivir y cumplir con su deber en una larga noche de pesadilla en el que se pondrán a prueba incluso sus principios.

Que una película salga bien nunca es cuestión de presupuesto. 

Por muchos millones que los productores aporten al espectáculo, nada se sostiene sin un buen guion, un director/a a la altura y actores que den la talla. 

‘Bajo Cero’ podría ser otro producto más del ingente catálogo de Netflix. 

Pero que sea la película española más vista de la plataforma alrededor del mundo, tiene razones de peso. La cinta dirigida por Lluís Quílez es un policiaco donde todo está en su sitio, aprovechando cada euro de un presupuesto ajustado. 

Quílez construye una película de excelente ambientación, sólidos personajes que interactúan entre sí a las mil maravillas en apenas tres o cuatro escenarios (fruto de un casting tremendamente acertado donde abunda el talento, con el siempre estupendo Javier Gutiérrez a la cabeza) y un ritmo que no decae durante todo el metraje. 

Es cierto que no hay nada nuevo bajo el sol. 

Los personajes, principales y secundarios, los hemos visto antes, al igual que los acontecimientos que suceden desde el inicio hasta el contundente final. 

Pero Quílez consigue la perfecta combinación de piezas conocidas del puzzle policial (el policía recto y seguidor de las reglas; el sobrado y hastiado de todo; el ‘malo’ con motivaciones y un montón de ilustres secundarios que muestran lo mejor y lo peor de la raza humana, con los que podemos identificarnos e incluso, con algunos, empatizar), pergeñando una película elegante en lo visual, sin fisuras en la narrativa, trepidante, emocional y absolutamente abierta a la comprensión de cualquier espectador, fuera y dentro de nuestras fronteras.

Lo mejor: todo está en su sitio, y la combinación es estupenda. 

Lo peor: algún momento delirante, donde al guion se le va un poco la mano.  

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