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‘El rey león’, ¿era necesario…?

En la sabana africana ha nacido Simba, quien idolatra a su padre, el rey Mufasa, y se toma muy en serio su propio destino real. Pero en el reino no todos celebran la llegada del nuevo cachorro. Scar, el hermano de Mufasa y antiguo heredero al trono, tiene sus propios planes. La batalla por Pride Rock está asolada por la traición, la tragedia y el drama, y termina con el exilio de Simba. Con la ayuda de un curioso par de nuevos amigos, Simba tendrá que aprender a madurar y a recuperar lo que le pertenece por derecho.

En 1994 los Estudios Disney despegaron definitivamente tras dejar atrás una época oscura y un tanto desastrosa en lo que al mundo de la animación se refiere. ‘La sirenita’, ‘La bella y la bestia’ y ‘Aladdín’, provocaron ese exquisito vuelco narrativo al incorporar una novedosa y esmerada maestría en los dibujos, las potentes bandas sonoras y canciones que servían de hilo argumental a los propios cuentos. El engranaje musical formado por Alan Menken y Howard Ashman funcionaba a la perfección, de hecho este último se involucró en las propias producciones, hasta el fin de sus días. Con su desaparición, las letras de Tim Rice, las canciones de Elton John y la partitura de Hans Zimmer para ‘El rey león’, junto a la trama shakesperiana de unos personajes encantadores concebida por Brenda Chapman y Linda Woolverton (además de una legión de co-guionistas), lograron hacer saltar la taquilla con la mejor producción de la industria animada hasta ese momento.

Jon Favreau, quien ya experimentó dirigiendo la versión digital de ‘El libro de la selva’ y su próxima entrega, rehace calcando los mismos planos e idéntico argumento la tragicomedia musical de ‘El rey león’, 25 años después. Una revisión hiperrealista en la que no falta el más mínimo detalle, y que pretende rendir homenaje al clásico animado hasta el punto de llegar a ser un clon con la única salvedad de que para esta ocasión los mismos personajes simulan ser totalmente reales.

El resultado es tan impresionante como inverosímil el hecho de que ante los propios instintos naturales no acaben devorándose los unos a otros antes de empezar a entonar las canciones. Unos retoques aquí y allá en los diálogos, en las melodías, y voces que parecen idénticas a las originales bañadas en grandes dosis de realidad virtual, tanto en animales como en paisajes.

La banda sonora, la misma. La novedades son “Spirit”, un tema de relleno cantado por la propia Beyoncé que a su vez da vida a Nala; arreglos del cantante y productor amigo de Zimmer, Pharrel Williams (aquél “Happy” que ahora parece aludir al personaje que interpreta el mismo director en el universo Marvel); y versiones algo más interpretativas y melódicas de los archiconocidos temas.

La gran cuestión que suscita esta nueva adaptación reside en la necesidad o no de volver a hacer exactamente lo mismo mucho tiempo después, con la singularidad de recrear toda la obra bajo el tinte de esa estupenda realidad digital animada.

Necesaria o no, ‘El rey león’ sigue transmitiendo las mismas sensaciones que la original. Mucho, mucho tiempo después sigue emocionando. Aunque, posiblemente, si no se hubiera usado y abusado mil y una veces de distraer a los pequeños frente al televisor para tenerlos entreteniditos engullendo muchos de estos clásicos animados, ahora podríamos disfrutarlos en pantalla grande de manera cíclica como antaño. Y seguramente la emoción seguiría estando latente una y otra vez como en sesión continua.

Lo mejor: la animación, Timón y Pumba remasterizados, y sobre todo ese cameo musical de otro clásico Disney que sorprende muy gratamente a quienes llevamos estas historias y sus partituras en lo más hondo del corazón.

Lo peor: que sea un clon de la original, añorando aquella preciosa voz de Constantino Romero en la versión en castellano, aunque en inglés siga siendo la misma de James Earl Jones.

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