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‘La divina misericordia’: no hay milagros sin esfuerzo

Póster de la película La divina misericordia

Docudrama sobre la vida de Santa Faustina Kowalska, cuyas visiones de Jesucristo inspiraron la devoción católica a la Divina Misericordia y le valieron el título de «Apóstol de la Divina Misericordia». Rodada en USA, Polonia y Lituania, la cinta incluye, además de testimonios, diversas recreaciones de la vida de Santa Faustina y de sus seguidores, filmadas con ambientación de época.

A estas alturas sería una necedad pensar que la fe, para algunas personas, mueve montañas. 

A lo largo de los Siglos las diversas religiones, tergiversadas tan a menudo por interpretaciones interesadas, han hablado, en su núcleo sin adulterar, de la importancia de la fe, el trabajo, el amor, la confianza, la dedicación hacia otras personas, uno mismo y el Dios/Dioses a los que se siga.

Sin seres humanos que se carguen, para variar, el significado principal, el Dios de turno suele ser amor. Y está en cada persona hacer honor a esta máxima. Tanto si cree como si no, ser bueno o malo depende siempre de una decisión puramente terrenal. 

‘La divina misericordia’ es un docudrama dedicado a ilustrar el milagro de Santa Faustina Kowalska, cuyas visiones de Jesucristo y la inquebrantable confianza en su figura, la llevaron a trabajar muy duro para que la Divina Misericordia fuera seguida y venerada por todos los católicos, sorteando obstáculos tanto dentro como fuera de la Iglesia. 

La mayor virtud de la cinta está en el retrato de Kowalska y su confesor, personas de fe que movieron montañas en épocas convulsas, buscando no solo la creación de la congregación y que el culto a la Divina Misericordia prosperase, sino dándose por entero al propósito de servir a los demás, contra viento, marea y el riesgo de sus propias vidas. 

Más allá de la evidente parcialidad del docudrama, la lección que podemos sacar, y siempre será bienvenida, es que el ser humano tiene la capacidad, si se lo propone, de ser mejor, de trascender más allá de los límites predefinidos por las circunstancias vitales y sociales. 

Y esto es igual de válido para una joven polaca con visiones de Jesucristo que para un chaval con un sueño de una vida mejor. En ambos, tienen cabida y se complementan las motivaciones ‘egoístas’ y personales, con el servicio a los que más lo necesitan. 

Muchos ejemplos de misericordia, divina o no, vivimos estos días. Muchas personas y organizaciones, religiosas o no, dan pasos adelante y, con sus actos, hacen de este mundo un lugar mejor.

Desempolvando los prejuicios y ahondando en el significado final, ‘La divina misericordia’, es un ejemplo de buenas acciones. Y las buenas acciones, siempre merecen respeto y atención. 

Lo mejor: los milagros existen, pero son terrenales una vez recibida la inspiración, de donde sea que venga.
Lo peor: que muchos lo desechen solo por ser católico, y los árboles no les dejen ver el bosque.  

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