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‘Los miserables’, mercadillo de falsedades

Stéphane acaba de unirse a la Brigada de Lucha contra la Delincuencia (B.A.C. en francés) de Montfermeil, un suburbio al este de París. Allí conoce a sus nuevos compañeros, Chris y Gwada, dos agentes experimentados en las enormes tensiones que existen entre los distintos grupos organizados por el control del barrio.

De la misma manera que uno de los mensajes más potentes de la exitosa versión de ‘Joker’ (que muy poco tiene que ver con el legado de los populares cómics de la casa DC), avisa del peligro de seguir a cualquier loco -con independencia de qué o quién origine tal trastorno-, en tiempos en los que la sociedad está al borde del colapso político, social y moral, la presente cinta que aquí toca describir recurre a similares argumentos sobre el conflicto inspirándose en el origen de los disturbios de Francia en el 2005. 

Vaya por delante que no se trata de adaptación alguna de la famosa obra de Victor Hugo, sino más bien la búsqueda de cierta analogía con las circunstancias que describe el universal escritor, ubicando el discurso narrativo en la celebración de la Copa del Mundo de Francia en 2018. 

Chavales forofos, seguidores e hinchas del fútbol festejan la victoria tomando y abarrotando las calles francesas y llenando de euforia los Campos Elíseos. “Panem et Circenses”. Y como si de un mercadillo de falsedades se tratase, la felicidad se disipa volviendo a imperar la tensión de los barrios marginales donde se agolpan encrucijadas de culturas, creencias y jerarquías que permanecen ocultas y distantes a la realidad social generalizada.

Este ‘Los miserables’ de Ladj Ly fue primero un cortometraje de 16 minutos realizado en el año 2017 que ahora toma otra forma y se extiende en la pantalla durante poco más de una hora y cuarenta minutos. Cuenta con la mayor parte del elenco inicial en los mismos papeles, ampliando el guion del propio director Ly y Alexis Manenti, a quienes se les une Giordano Gederlini.

Describe un mundo de inestable equilibrio social. Dos policías enseñan la zona de Montfermeil a un tercero recién trasladado en su primer día de incorporación al cuerpo. Patrullan en turno de día por uno de los barrios donde precisamente Victor Hugo escribió y ambientó su novela hace más de siglo y medio. Pero la realidad de adentrarse en otro submundo de inmigrantes que se rige por sus propias reglas y contrasta por completo con el moderno París, va más allá.

Niños que hacen su vida en las calles y en ellas aprenden las lecciones de la jerarquía de los mayores. Musulmanes que intentan aleccionar a los jóvenes a que acudan a la mezquita. Patriarcas de diferentes razas y culturas que pretenden medir sus fuerzas en un pulso verbal de violencia. Amenazas, tensión, exceso de celo policial y emboscadas. Un auténtico polvorín en ebullición.

‘Los miserables’ contiene múltiples y muy interesantes lecturas sociales sobre las malas maneras de hacer las cosas. Describe esos momentos en los que se recupera la poca humanidad que a veces nos queda tras una dura jornada laboral, pero sobre todo habla del peligro de adoptar esa conciencia de masa que desde el anonimato individual es capaz de cometer la mayor atrocidad.

Una gran película a tener en cuenta sobre todo por lo cercano que nos toca, y por la obligación moral de no echar la vista hacia otro lado. Claro está que cuando las políticas sociales oscilan en sus propios intereses, el conflicto puede estar a la vuelta de la esquina, de nuestra propia esquina.

Lo mejor: la tensión in crescendo, y la falsa vanidad de un mercadillo de personajes que ponen el dedo en la llaga para ver si aprendemos del dolor.

Lo peor: lo difícil que llega a ser saber de qué lado estás cuando la situación se vuelve tan asquerosamente anómala.

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