César es el portero de un edificio de apartamentos. Su trabajo le permite conocer a fondo a todos los inquilinos del inmueble. Desde su posición le resulta fácil controlar sus idas y venidas, estudiarles, descubrir sus puntos débiles, sus secretos. Si quisiera podría incluso controlar sus vidas, influir en ellas, abrir sus heridas y hurgar en ellas. Y sin levantar ninguna sospecha. Porque César guarda un secreto muy peculiar: le gusta hacer daño, mover las piezas necesarias para producir dolor a su alrededor. Y la nueva vecina del 5ºB no deja de sonreír. Entra y sale cada día radiante y feliz, llena de luz. Así que pronto se convertirá en el nuevo objetivo del juego de César. Se trata de un reto personal, de una obsesión.
Balagueró ha experimentado una evolución constante (‘Darkness’, ‘Frágiles’, la saga [Rec]…), su amor por el suspense y el thriller le hace explorar con ‘Mientras Duermes’ nuevas vías.
Aprovechándose de un Luis Tosar en estado de gracia (algo que es fácil conseguir) crea un personaje de portero, no malvado… maligno como él solo diría yo, con el que empatizaremos a lo largo del metraje.
Con escenas de suspense muy bien tiradas que harán que el espectador permanezca atento de principio a fín, Balagueró va logrando poco a poco el climax deseado, pero falla (en mi opinión) en la resolución del conjunto.
Y hablo del final final, no de todo lo anterior. La niña pequeña, la vecina solitaria, la vecina sonriente… todas las pequeñas tramas consiguen su solución de una manera bastante brillante. Es en los últimos minutos donde Balagueró, tal vez por intentar lograr elevar a su personaje a un nivel icónico que tal vez ya haya logrado, retuerce la madeja un poco más volviéndose excesivo.
Eso sí, esto no desmerece el resultado que uno obtiene del visionado del film, de lo mejorcito del cine español de éste año (me queda pendiente todavía ‘No habrá Paz para los malvados’, dadme tiempo…). Y si no fuera por Coronado estaríamos hablando del cuarto Goya para Tosar. Lo mejor del film, impresionante.
Lo Mejor: Tosar y la angustia de sus momentos cumbre.
Lo Peor: Ese giro final, demasiado rebuscado.
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