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‘La favorita’, ególatras del trono

Poster de La favorita destacada

Principios del siglo XVIII. Inglaterra está en guerra con Francia. Aun así, las carreras de patos y el gusto por la piña florecen. La frágil reina Ana ocupa el trono y su amiga íntima, Lady Sarah Churchill, gobierna el país en su lugar mientras se ocupa de la mala salud de Ana y su volátil temperamento. A la llegada de una nueva criada, Abigail Masham, el carisma de esta se gana la simpatía de Sarah, que se convierte en su protectora y por su parte, Abigail ve en ello la posibilidad de regresar a sus raíces aristocráticas.

Hablar de grandes producciones por su calidad cinematográfica sobre intrigas palaciegas de época es echar la mirada atrás y recordar principalmente ‘Barry Lyndon’ y ‘Las amistades peligrosas’. Por supuesto que hay muchas más, pero ambas han logrado dejar una huella muy profunda en dicho género a lo largo de este último medio siglo de la historia del cine.

‘La favorita’, se estrena directamente encaminada a poder reclamar su propio lugar entre estas tres películas más renombradas. Su director Yorgos Lanthimos (‘Canino’,‘Langosta’, ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’), y los guionistas Deborah Davis y Tony McNamara han logrado atrapar tres personajes históricos del siglo XVIII en una impresionante y cuidadísima narración a modo de capítulos para la gran pantalla.

Más allá de la realidad en la que se enmarca ‘La favorita’, su argumento profundiza en las relaciones de ascenso y descenso, poder y pobreza, amores y odios con los que juegan las tres protagonistas. Las debilidades de la reina Ana de Inglaterra, la ambiciosa permanencia moviendo los hilos del poder de Lady Sarah, y la advenediza codicia de la infranqueable sirvienta Abigail, conforman un excelente triángulo para describir los caprichos amorosos de la mimosa tejona y sus cortesanas reales.

Olivia Colman (‘Langosta’, ‘Asesinato en el Orient Express’, ‘Redención’), Emma Stone (‘Criadas y señoras’, ‘La ciudad de las estrellas (La La Land)’, ‘La batalla de los sexos’), y Raquel Weisz (‘La juventud’, ‘Agora’, ‘El jardinero fiel’), recrean con sus formidables interpretaciones un mundo aparte enmarcado en un palacio interior y ajeno, sumido en una burbuja aislada del realismo social del siglo XVIII. Las tres están excelentes. Juegan, aman y confabulan con supuesta inocencia por sus estancias de mármoles y maderas nobles como los mismos conejillos que representan todos esos hijos perdidos. Son tres personajes conscientemente ignorantes, que simulan el papel de hembras débiles y que son capaces de dirigir con mano firme un mundo de solemnes machos gobernantes que se divierten, sin pudor alguno,tirándose naranjas rojas desnudos y apostando el crédito en las carreras de sus propios patos.

‘La favorita’ cuenta con un fabuloso diseño de producción, vestuario ostentoso, maquillaje y peluquería acorde con los cánones de la época. La fotografía, a cargo de Robbie Ryan, está realizada con naturalidad y realismo para resaltar un periodo tan excesivamente remilgado como despótico. El singular punto de mira del objetivo condiciona a los personajes en esos fabulosos escenarios palaciegos, dejando gran aire por encima de ellos y cortando las extremidades inferiores para dar constancia de su fragilidad. Tal vez se tira de gran angular en exceso a lo largo de toda la película, pero su resultado es maravilloso: como si de una experiencia IMAX se tratase pero ridiculizando a los protagonistas.

A través de su cinismo y la sátira, sus cuidados diálogos repletos de crueldad, el humor descaradamente irónico con la realeza y su entorno, y de sus inteligentes interpretaciones, ‘La favorita’ no solo resulta ser una brillante película de época sino que opta a permanecer en primera línea del género, en el que una reina es capaz de anteponer su ego a la caprichosa política de la guerra.

Lo mejor: la independencia de la producción y el desarrollo de su argumento en clave de supuesta ficción sobre unos personajes históricos, las tres protagonistas y su fabulosa ambientación.

Lo peor: a pesar de estar navegando en la finísima línea entre realidad y ficción, puede ser duro asimilar la arbitrariedad de los responsables de algunas directrices de la historia de la humanidad.

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