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‘Ron da error’, algoritmo para la amistad

Cuenta la historia de Barney, un alumno de secundaria con problemas para socializar y de Ron, su nuevo dispositivo conectado digitalmente que anda y habla y que está destinado a ser su “mejor amigo listo para usar”. Las disfunciones de Ron en el contexto de la era de las redes sociales, los llevarán a vivir una aventura en la que el niño y el robot acabarán comprendiendo que la verdadera amistad también es un caos maravilloso.

Una de las normas básicas cuando un aparato tecnológico se bloquea, no funciona como es debido, o hace esas cosas raras y molestas que nadie le ha pedido, es la de usar el reinicio. Apagar, desenchufar, sacar la batería… por si hay un mal contacto; darle algún meneo. Son los viejos trucos que se suelen emplear a base de ser asistidos por el servicio técnico pertinente, y en la mayor parte sin haber leído al menos el manual de instrucciones. Está claro, aunque cada vez más se prescinde de esta información soporífera en el contenido del producto.

Además ahora los artilugios “smarts” aprenden de las propias conductas del usuario, lo que no se sabe si es peor todavía que ir a ciegas apretando todos los botones hasta el llegar al cortocircuito.

‘Ron da error’ es un interesante acercamiento a la pre-invasión de los robots en la vida doméstica. Cada niño tiene el suyo, lo tunea, lo educa y lo acicala intentando no contrariar las tres leyes robóticas del maestro Asimov. Pero bueno, son niños y a veces tienden a sacar fuera de tono la envidia y la crueldad. Los de los otros, por supuesto, los nuestros nunca. Y claro, qué mejor que dotar al infante de un amigo virtual para que los padres, embelesados en el pluriempleo y otras aficiones para ganar la pasta que chupa tirar del tren tecnológico, no se vuelquen a pasar al menos cinco minutos reales disfrutando de su compañía.

Tiene momentos divertidos, gamberros, ciertamente educativos y sabe transmitir valores. Se mofa de las grandes compañías nacidas de la nada de Silicon Valley que montan espectáculos universales para presentar su último cacharro con corazón de microchips. Compañeros de asistencia que no conocen límites, algo así entre Mad Max y Barrio Sésamo, pero donde se diluye la idea de que un bot no puede reemplazar una verdadera amistad. Los amigos no se compran (creo que se hacen), ni van por ahí con una pegatina a modo de condecoración tipo “Best Friends”.

Sarah Smith, Jean-Philippe Vine y Octavio E. Rodriguez son los responsables de este producto animado con excelente capacidad creativa y visual. Tal vez este Ron, al igual que los Bubble Bots restantes, nos recuerde a la querida EVE de ‘WALL·E’, pero son texturas argumentales completamente diferentes. O que su protagonista Barney, ande a mitad de camino entre ‘Arthur Christmas’ y ‘El alucinante mundo de Norman’. Aquí se mezcla el extinto universo de los cachivaches con el de la hiper-interconexión entre individuos que no se aguantan en la realidad del colegio. Y pasa de puntillas sobre los verdaderos peligros de las redes sociales, del acoso escolar. Eso sí, con referencias a ‘E.T. El extraterrestre’ y a ‘Mission: Impossible’.

‘Ron da error’, parece asumir lo inevitable, la dependencia de las tecnologías para que cada vez estemos más enganchados. Pone el punto de atención en los peligros de que la información que recopilan esas compañías puede ser caprichosamente producto de compra-venta al mejor postor. Y habla del daño que las tendencias en las redes pueden provocar a título individual. Una película para ver en familia que se complementa con una posterior reflexión entre padres e hijos sobre si ese es el uso más apropiado de las tecnologías. O en su defecto dejar que los segundos investiguen y saquen sus conclusiones tirando de wiki en el móvil. Un enorme tamagotchi robotizado a modo de cápsula  algorítmica para suplantar la verdadera amistad.

Lo mejor: la animación, y la simpatía por la pareja formada por el dúo protagonista, el chico y el robot, y la auténtica utilidad del aprendizaje.

Lo peor: que su valor instructivo se esfume fácilmente admitiendo que ya está aquí el día en que un bot puede ser el mejor amigo del ser humano.

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