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‘El huevo del dinosaurio’, hablar con las imágenes

Una mujer es hallada asesinada en la estepa de Mongolia. Durante la noche, un policía joven e inexperto tiene que asegurar la escena del crimen. Dado que no está familiarizado con los peligros del lugar, le envían a una pastora lugareña para protegerle a él y al cadáver. Esta resuelta mujer sabe cómo manejar un rifle y cómo ahuyentar a los lobos. Deben pasar la noche juntos.

Todo el mundo conoce a alguien -posiblemente cualquiera de nosotros mismos cumpla este mismo perfil-, con cierto carácter de persona introvertida, tímida o reservada. Tal vez pueda mantenerse distante en las relaciones sociales, o tan solo disfrute de una reducida compañía en mínimas ocasiones. E incluso se aproveche de la soledad bien entendida por aquello de “más vale solo…”. Puede que el entorno educacional haya impregnado costumbres como la forma de ser de las gentes del norte, del sur, del este o del oeste. En cualquier caso, muchas veces depende de los demás el saber conocer más en profundidad, observar los silencios y lo que no se cuenta, y apreciar y alegrarse simplemente por estar ahí, en compañía.

El guionista y director chino Quan’an Wang (‘La boda de Tuya’, ‘Tuan yuan’, ‘Bai lu yuan’), experimenta con la ausencia del argumento tangible para crear un lenguaje propio, consistente en apresar las imágenes del desolador paisaje de la estepa de Mongolia y describir así su árido personaje en el que se define la vida, el amor y la muerte. ‘El huevo del dinosaurio’ podría definirse como un conjunto de íntimas miradas de una soledad rural que vira hacia la extinción.

De hecho, prescinde de casi la totalidad de elementos para plantarnos en medio de la nada, con un puñado de actores noveles (Aorigeletu, Gangtemuer Arild, Dulamjav Enkhtaivan, Norovsambuu…), quienes quizá ni siquiera se dediquen a esto del cine, y nos enseña a observar los últimos vestigios de una cultura y forma de vida abocada hacia un final.

El plano largo del amanecer en la silenciosa y fría estepa, encontrando un cadáver desnudo en medio de la inmensidad. Un policía novato en la vigilia de la nada, intentando entrar en calor y ahuyentando a la loba necesitada de alimento para criar a sus cachorros. Y una pastora solitaria a la que llaman dinosaurio y que propone cortejar como los animales para encontrar novia. La cámara observa la quietud del paisaje donde deambulan los protagonistas en la distancia, lo único que altera la permanencia del escenario.

El tiempo transcurre como en otra dimensión cinematográfica, con un lenguaje cincelado en sus imágenes minimalistas. Es cuando el espectador ha de saber acompañar, abrirse y experimentar. Dejarse llevar para que el mensaje llegue a los sentimientos… La idea de la reencarnación, un cadáver que se descompone en medio de la vasta estepa, sirva de alimento para el pasto, y éste llene el estómago de los animales que finalmente dan de comer al ser humano. O el dejarse llevar por los instintos para entrar en calor, carentes de toda pasión, para procrear y continuar una especie en vías de extinción.

‘El huevo del dinosaurio’ es un filme introvertido al que hay que acercarse despojándose de todo conocimiento. Dejarse llevar, convivir y comprender un mensaje casi tan metafísico como filosófico. Sencillamente saber escuchar lo que te están contando las imágenes. Observar el fósil de un dinosaurio de hace 100 millones años para preguntarnos cómo eran aquellos tiempos. Esa es la naturaleza de su fuerza.

Lo mejor: la sencillez y simplicidad del mensaje absoluto con la vida, el amor y la muerte certera.

Lo peor: la dificultad de empatizar si no nos acercamos con la mente abierta.

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