Historia de venganza y traición ambientada en la brutalidad y la opresión a las que estaba sometida la mujer en la Francia del siglo XIV. Esta epopeya histórica se basa en hechos reales, en la que dos caballeros enfrentados, ambos de noble cuna y cuyos agravios deberán resolverse en un duelo a muerte.
Una de las grandes capacidades que tienen el cine como arte, expresión y vivencia, es la de poder transportarte a cualquier lugar en cualquier época del pasado, presente o del futuro. Bueno, eso si la película es de buena factura. Con independencia de los rigores históricos, si la trama es suficientemente coherente y sus personajes tienen cierto calado, el producto ya suma puntos hacia el éxito.
Ridley Scott es prolífico en todo ello. No solo por recrearse en los diferentes tiempos, pretéritos, actuales e indefinidos, sino también por sacar un buen partido de sus producciones. Como buen publicista, y centrándonos en exclusiva en su obra ambientada en antiguas épocas (y no exentas de ficción), sabe combinar el protagonismo con el mensaje que pretende alcanzar de manera loable. Tal es el caso de ‘Gladiator’ (veremos qué da de sí esa temida secuela), ‘El reino de los cielos’, su versión de ‘Robin Hood’, o por irnos más lejos con ‘Exodus: Dioses y reyes’. Sin olvidar el encargo de la Comisión del V Centenario de elaborar aquella epopeya ‘1492: La conquista del paraíso’, por la que parece que ahora hay que disculparse. Por el descubrimiento, quiero decir, que no por la producción.
‘El último duelo’, es un regreso a los orígenes cinematográficos, cuando comenzaba a despuntar con esa magnífica ‘Los duelistas’ en la Francia de inicios del siglo XIX. Ahora la épica nos lleva a ese mismo escenario medio milenio atrás cuando en pleno feudalismo, los pactos de sangre y el honor entre caballeros estaban por encima de cualquier derecho e interés. E incluso por encima de cualquier mujer, que es tal el caso que nos atañe. Dios, el rey y el honor solo existían para los hombres. Esa era la idea, en la que las mujeres solo estaban para fornicar y procrear. En medio de un mundo de juramentos de fidelidad, la palabra femenina carecía de cualquier valor sin un guante masculino que la defendiera.
Scott es el rey aleccionando sobre cómo ha de compensarse el arte con la taquilla. Para ello se ha valido de adaptación de la obra homónima de Eric Jager, pasada por el tamiz escrito para la gran pantalla de Nicole Holofcener (‘¿Podrás perdonarme algún día?’, ‘Sobran las palabras’). Pero además está ayudada por dos de sus protagonistas quienes también ejercen de productores, como es el tándem Damon/Affleck. No olvidamos ese sobresaliente ‘El indomable Will Hunting’.
Matt Damon, Adam Driver y Jodie Comer, -no importa el orden, pero sí el de relevancia a la inversa-, representan a los tres personajes que brindan tres interpretaciones sutilmente diferentes y complementarias en tres impresionantes capítulos de la historia. Escuderos, caballeros, reyes, señores feudales, damas con dotes envenenadas… todo tiene perfecta cabida. Pero eso sí, todos bajo el designio divino de que “Dios salva a quien dice la verdad”. Lo único que esa verdad, como prueba de amor o prueba de pecado, puede adolecer de distintos e interesantes matices ocultos bajo el “solo ven villanos y héroes”.
‘El último duelo’ es brillante. Excelentemente ambientada. Interpretada sin desmesura. Y cuenta con toda la épica que un buen título de este género pueda brindar. “Le petite morte” del deseo, de la procreación, y de la acusación. Sin olvidar nunca que la víctima puede tener diferentes verdugos.
Lo mejor: el interés con el que te lleva tras contarte tres veces los mismos hechos desde el punto de vista de sus protagonistas.
Lo peor: aquello de que “quien esté libre de pecado…” en medio de un duelo entre caballeros, con la testosterona a punto de encender la hoguera de las vanidades.