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‘Guardianes de la Galaxia Vol. 3’: once more, with feeling

Nuestra querida banda de inadaptados se está acostumbrando a vivir en Knowhere, pero no pasa demasiado tiempo antes de que sus vidas se vean alteradas por los ecos del turbulento pasado de Rocket. Peter Quill, que sigue conmocionado por la pérdida de Gamora, debe reunir a su equipo y emprender una peligrosa misión para salvar la vida de Rocket – una misión que, si fracasa, podría suponer el fin de los Guardianes tal y como los conocemos.

Cuando llegó a la gran pantalla la primera entrega de los Guardianes de la Galaxia, repleta de alegría y desparpajo, James Gunn comenzó su larga y ajetreada carrera para afianzarse en las grandes ligas de la Industria y, además, elevar al estrellato en el camino a Chris Pratt, hasta entonces un actor televisivo de indudables dotes para la comedia. 

Mucho ha llovido desde entonces en Hollywood que, con una Pandemia de por medio y el inevitable (e imparable) auge de los servicios de Streaming, está viendo como la parte del pastel de beneficios se ha visto reducida por el aluvión de comensales.

Con Gunn al frente del nuevo Dc Studios, el volumen tres de Guardianes de la Galaxia no podía ser un fin de fiesta cualquiera. 

Los aparentes signos de agotamiento del MCU (con la tercera entrega de Ant Man haciendo buenos, que no espectaculares, números) y la debacle recaudatoria de las últimas películas de DC de la directiva pre Gunn (Black Adam, Shazam 2), requería una respuesta contundente por parte del género de capas y mallas. 

Pues vaya si lo ha sido. 

‘Guardianes de la Galaxia Vol. 3’ es una película que, ante todo, cuida de sus personajes y de la audiencia. Es una carta de amor, dolor y, en definitiva, vida.  

A través del elaborado guion del propio James Gunn, y con Rocket como alma y corazón del show (lo que siempre ha sido), todos y cada uno de los Guardianes reciben un cierre bonito, humano y con horizontes de dicha y redención. 

El director imprime además denuncia social, reclama la aceptación de cada persona tal y como es, expone lo más oscuro y horrible del maltrato animal y subraya constantemente la importancia, capital, de la amistad, la familia y, en definitiva, los lazos que nos unen y entretejen lo mejor de nuestro mundo. 

Una última aventura repleta de sufrimiento, donde los Guardianes se ven las caras con un enemigo sádico y aterrador. El Alto Evolucionador quedará situado en un pedestal paralelo al de otros grandes villanos de la Casa de las Ideas (aquí, muchas y de calidad), y desde luego cala bastante más en la audiencia que el, por ahora, descafeinado Kang de Jonathan Majors. 

La excelente selección de canciones, el cuidado apartado visual (el Cgi de esta entrega no tiene ni un plano chapucero, y los efectos prácticos de, entre otros, los magos de Legacy Effects, son impresionantes) y una acción endiablada que se intercala y ajusta como un guante a los momentos cómicos (casi siempre certeros, salvo en lo tocante al desaprovechado Adam Warlock) y dramáticos, hacen del Volumen 3 el cierre merecido para una trilogía espectacular que, junto con la del Capitán América, está en lo más alto del Universo cinematográfico Marvelita.

Una vez más, con sentimiento. 

Así se vive la despedida, en una sala repleta de espectadores y aplausos, al último baile de los Guardianes de la Galaxia. 

Lo mejor: un cierre dignísimo que insufla nuevos aires a Marvel, se convierte en la mejor entrega junto con la primera, y pasa a formar parte del top ten del MCU. 

Lo peor: Adam Warlock.

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