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‘Rambo: Last blood’, hinchado por la injusticia y la venganza

Después de haber vivido un infierno, John Rambo se retira a su rancho familiar. Su descanso se ve interrumpido por la desaparición de su sobrina adoptiva tras cruzar la frontera con México. El veterano emprende un peligroso viaje en su busca enfrentándose a uno de los cárteles más despiadados de la zona y descubre que tras su desaparición hay oculta una red de trata de blancas. Con sed de venganza, deberá cumplir una última misión desplegando de nuevo sus habilidades de combate.

No se le podrá negar a Sylvester Stallone el haber logrado entrar en la lista de personajes más icónicos del cine comercial en los últimos cincuenta años. A mediados de los 70 irrumpía con Rocky Balboa y sus aventuras en el cuadrilátero, que ha llegado hasta nuestros días con sus seis entregas y las dos secuelas de Creed, en las que el púgil sale bastante victorioso frente a su legión de seguidores. En medio de esta saga, enlazó en los 80 interpretando al inadaptado excombatiente de Vietnam que se enfrentaba a la desagradecida sociedad americana, como describiera en su novela David Morrell. Cinco películas, incluyendo la actual, en la que pone firme a todo aquel que ose tocarle las narices. Y luego está esa reunión de viejas glorias del cine de acción interpretando a un grupo de soldados de fortuna que ya tiene en marcha su cuarto golpe de efecto. Actor, productor y director de muchas de estas propuestas y otras tantas más, este Potro Italiano (olvidada queda aquella primera referencia en los anales del cine para adultos), ha sabido y sabe sacar el máximo rendimiento a los populares papeles que pululan por las mentes de varias generaciones.

Adrian Grunberg (‘Vacaciones en el infierno’), ha sido el escogido para dirigir ‘Rambo: Last blood’ con muy buen criterio. Como asistente de dirección ha trabajado bajo las órdenes de Iñárritu, Soderbergh, Peter Weir, Tony Scott, Martin Campbell, Sam Mendes, Oliver Stone, o del mismo Mel Gibson, entre otros. Y además hay que añadir que ha asesorado en numerosas ocasiones para recrear el ambiente conflictivo de México. Dos de las principales bazas para sacar adelante una nueva aventura del protagonista de ‘Acorralado’.

Rambo es un personaje introvertido y solitario, que con el paso de tantos años parece mucho más hinchado (en el sentido de harto… y, bueno, en el otro también), de tanta violencia innecesaria a la que hay que atajar de una vez por todas tal y como le enseñaron. Las secuelas del Vietnam son demasiado largas incluso para el mismo Sylvester Stallone, ahora convertido en ranchero que esta vez cambia Asia por el sur de Norteamérica para sucumbir a una nueva y particular guerra personalizada a su estilo, implacable y algo más salvaje. Con mirada nostálgica e inexpresivamente eficaz, se vuelve a poner en la piel del legendario John James Rambo, regresando a sus orígenes en Arizona para luchar su particular guerra contra el tráfico de personas y drogas en México. Una vida apacible lejos del mundanal ruido en el que asegura que “no he cambiado, solo intento ocultarlo todos los días”.

Para dar réplica al ex-boina verde, y sin caer en la actual y simplona demagogia del actual inquilino de la Casa Blanca, el argumento recurre a los problemas tan trillados del país vecino, como son los cárteles de drogas, armas y proxenetismo. Si bien actores hispanos son los encargados de este ambiente hostil, es curioso que funcionen a la perfección las interpretaciones chicanas de nuestro elenco español. Después de su particular ‘Cantinflas’, Óscar Jaenada le tiene cogido el tranquillo al acento, del mismo modo le ha servido la incursión en el mercado americano a Sergio Peris-Mencheta en la serie ‘Snowfall’ y ya más lejana Paz Vega con aquel ‘Spanglish’. No hay que olvidar que la película está rodada en Bulgaria y en Santa Cruz de Tenerife.

Hay una parte reflexiva para asimilar la ancianidad del personaje y otra con más saña en la que el lado justiciero, salvaje, “desperado” y desatado campa a sus anchas -hinchado y henchido-, por casi cuarenta años de experiencia en que le saquen de sus casillas. Nadie juega con John Rambo sin atenerse a las consecuencias.

Bryan Tyler compone una música en el más efusivo estilo ochentero donde los excesos de melodías cargaban cuando la imagen no transmitía, y recupera una vez más la sintonía del héroe compuesta por ese otro maestro de las bandas sonoras como fue Jerry Goldsmith.

‘Rambo: Last blood’ es un encuentro con esa vieja leyenda. Salvando las distancias, produce cierto aroma de nostalgia a cuando Clint Eastwood interpreta al forajido maduro y retirado en ‘Sin perdón’, o Hugh Jackman desenfunda las garras desacompasadas por última vez en ‘Logan’, mezclado en la misma batidora con el Robert Duvall de ‘Una noche en el viejo México’. Es como ver montar por última vez a John Wayne pesadamente sobre su pequeño caballo. Aunque es de esperar que para los incondicionales de Rambo/Stallone no existan tales discrepancias

Lo mejor: para cualquier seguidor y fan del héroe deja al personaje en todo lo alto y en sintonía con su mejor versión, si se trata de un final definitivo, de lo contrario sería demasiado fácil caer en la reiteración y en la redundancia excesiva. Escuchar a los actores españoles interpretar con acento mexicano.

Lo peor: lo malo es que haya gente que se lo pueda terminar creyendo y se líe a tiros con el personal de un centro comercial, de un instituto o incluso de una sala de cine… hay gente para todo. Y lo fácil que se puede cruzar la frontera de un lado al otro sin apearse del coche.

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